Volvemos con
una receta popular donde las haya. Las albóndigas pueden ser una solución para
una comida de plato único o para un aperitivo contundente y por lo general
gustan a todo el mundo. No son difíciles de preparar, aunque sí quizá un poco
laboriosas y como todos los platos de mezcla
admiten multitud de variantes, desde el ingrediente básico (carne y de qué tipo
o qué combinación de carnes, o pescado, o incluso vegetales ) hasta la salsa de
acompañamiento pasando por las especias empleadas, lo que nos permite ofrecer
platos distintos partiendo de la misma idea con sólo variar algún ingredientes.
Como todo guiso, las albóndigas admiten muy bien las especias, por lo que jugar con ellas es una buena manera de
dar variedad a nuestra receta. Y como todo guiso está igual de buenas de un día
para otro, lo que nos permite prepararlas con antelación. Hoy os ofrezco unas
albóndigas cuya carne ha sido marinada con una mezcla de pimienta, clavo, nuez
moscada y jengibre a partes iguales. Y con una alegre salsa de tomate en la que una guindilla pone su toque
especial. Un último comentario: para unas albóndigas de lujo, deberíamos
utilizar carne picada a mano... (Ya sé, ya sé, pero la diferencia vale la
pena.)
Ingredientes
200 gr de
carne picada de ternera
100 gr de
carne picada de cerdo
75 gr de picadillo
de jamón
Una cebolla
Seis tomates
maduros
Cuatro
patatas
Una
cucharadita de pimienta negra en grano
Una
cucharadita de clavos de olor
Una
cucharadita de nuez moscada recién rallada
Una cucharadita
de jengibre en polvo
Un ramito de
perejil
Dos dientes de
ajo
Un huevo
Pan rallado
Una guindilla
Harina para
rebozar las albóndigas
Un vaso de
vino blanco
500 cl de
caldo de verduras
Sal
Aceite de
oliva
- Trituramos en el mortero la pimienta y el clavo, añadimos la nuez moscada y el jengibre y mezclamos.
- Ponemos en un cuenco los dos tipos de carne y el jamón muy picadito. Añadimos los ajos picados muy menudos, el perejil también picado, el huevo, un par de cucharadas de pan rallado, sal y una cucharada de la mezcla de especias. Ligamos todo muy bien y dejamos un par de horas marinando.
- Formamos las bolitas de carne procurando que no sean muy grandes. Las enharinamos ligeramente y las freímos en abundante aceite muy caliente. Reservamos sobre papel absorbente.
- Picamos en juliana la cebolla y la pochamos con una pizca de sal a fuego lento en el mismo aceite de freír las albóndigas.
- Pelamos y troceamos los tomates.
- Cuando la cebolla ya esté, escurrimos del aceite sobrante y la ponemos junto con las albóndigas y el tomate en una cazuela y regamos con el vino. Rehogamos un par de minutos hasta que reduzca, añadimos el caldo y dejamos hacer a fuego bajo durante unos veinte minutos.
- Mientras, pelamos las patatas, las cortamos en dados y las freímos en abundante aceite hasta que estén doraditas. Escurrimos bien y reservamos al calor.
- Retiramos ahora las albóndigas y trituramos la salsa con la batidora, procurando que nos quede una crema ligera pero no demasiado líquida.
- Pasamos esta salsa a la cazuela, añadimos la guindilla cortada en aros y sin las semillas. Corregimos de sal, y si nos ha quedado muy ácida añadimos una pizca de azúcar. Agregamos las albóndigas y dejamos otros cuatro o cinco minutos.
- Servimos sobre la salsa de tomate y rodeadas de las patatas.