Se cree que
el nabo se cultivaba ya hace unos cuatro mil años, proponiéndose lugares tan
diversos como Afganistán o la cuenca del Mediterráneo como lugares de origen. Era
muy apreciado por griegos y romanos, y durante la Edad Media fue un alimento de
gran importancia en Europa. A partir del siglo XVI, con la introducción de la
patata, su consumo y por lo tanto su cultivo, fueron decayendo, al menos para
su uso en la alimentación humana. Actualmente
es raro encontrar recetas en las que intervenga, con algunas excepciones en
cocinas regionales, como en el sabrosísimo caldo gallego. Y sin embargo, el
nabo es un alimento con muchas y buenas propiedades: escaso aporte calórico, pobre
en hidratos de carbono, rico en fibra, con un alto contenido en potasio y vitamina
C... Así que vamos a reivindicar su uso
en nuestras cocinas tanto como protagonista como acompañando otros platos, de
arroz o legumbres, por ejemplo. Hoy, vamos a preparar una crema de nabo a la
que añadiremos queso camembert y semillas molidas de sésamo, consiguiendo así
una delicada mezcla de sabores en verdad sugestiva. El toque final de unos
piñones ligeramente tostados corona con su crujiente sugerencia de pinares y
aire libre este plato más que recomendable.
Ingredientes
para cuatro personas
400 gr de
nabos
Cuatro
cebolletas medianas
125 gr de crema
de queso camembert
2 cucharadas
de semillas tostadas de sésamo
2 cucharadas
de piñones pelados
Sal
Dos o tres hojas
de laurel
Nuez moscada
- Pelamos los nabos y las cebolletas, los troceamos y los hervimos al vapor, durante ocho o diez minutos, en una cazuela donde habremos puesto las hojas de laurel.
- Mientras, tostamos ligeramente los piñones en una sartén con y los reservamos.
- Trituramos con la batidora hasta conseguir un crema con la consistencia que prefiramos, añadiendo si hace falta, agua de la cocción.
- Trituramos las semillas de sésamo con ayuda de un molinillo de café, por ejemplo, y las añadimos a la crema anterior. Mezclamos bien.
- Pasamos esta mezcla por el chino o por un colador y llevamos a fuego suave, sin dejar que hierva.
- Añadimos el queso, removiendo bien mientras va fundiendo para conseguir una buena mezcla y salamos al gusto.
- Servimos inmediatamente, acompañado con los piñones y espolvoreado con nuez moscada.
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