Otro de esos platos universales, común a (casi) todas las gastronomías y cocinas tradicionales desde China a Escandinavia, pasando por Sudamérica y, por supuesto, el Mediterráneo: las albóndigas. En todas partes se preparan a partir de carne picada y especiada, variando naturalmente en función de las preferencias y posibilidades locales. Es una receta que no siempre tiene buena prensa, debido quizá a que con frecuencia se utiliza para enmascarar una carne de ínfima categoría, pero si se hacen con ingredientes de calidad, es un plato rico y nutritivo, apto tanto para una comida como para tomar como tapa. Conviene, eso sí, usar carne de primera, (picada que no molida: intente seducir a su carnicero para que la pique a mano) y ya verá como el resultado mejora sustancialmente. Puede utilizarse carne de vacuno, cerdo, pollo, cordero… o mezcla de alguna de ellas, (habitualmente vacuno y cerdo.) Suelen presentarse e acompañadas de una salsa y con guarnición de patatas y otras verduras, al gusto de cada uno… (¿Verdad que parece que estoy hablando de una receta que nadie conoce…?) Pues vamos a ello. Una última curiosidad: la palabra española albóndiga viene de una palabra árabe que significa bola de carne ya que parece que en Europa fueron los árabes quienes introdujeron esta forma de preparar la carne.
Ingredientes
para cuatro personas
500 gr de
carne de ternera picada
Un huevo
Tres patatas
medianas
Dos cebollas
Dos zanahorias
Dos dientes
de ajo
Una cucharada
de perejil picado
Dos cucharas
de menta picada
¼ l de caldo
de carne
¼ l de vino
blanco
Pan rallado
Sal
Pimienta
Aceite de
oliva
Mezclamos en
un cuenco la carne con el perejil, una cucharada de menta, el huevo, el ajo
finamente picado, pimienta y pan rallado
suficiente para conseguir una mezcla homogénea y manejable (pero no se debe
utilizar demasiado o las albóndigas quedarán en exceso secas…) y lo mezclamos
todo muy bien, salamos y lo dejamos reposar un par de horas. Formamos ahora las
albóndigas de un tamaño medio, que no queden demasiado grandes, las enharinamos ligeramente y las freímos en
aceite muy caliente para que se doren por fuera pero sin pasarse por dentro. (Casi vuelta y vuelta)
Las escurrimos en papel absorbente y las reservamos.
Pelamos y picamos en juliana
la cebolla y la pochamos en el aceite de freír las albóndigas hasta que esté
blanda pero sin que llegue a adorarse. Escurrimos bien con ayuda de un colador
y en ese mismo aceite freímos ligeramente las patatas y las zanahorias cortadas
en dados. Escurrimos y en una cazuela ponemos la cebolla pochada, las patatas,
las zanahorias, la otra cucharada de menta y las albóndigas, lo regamos todo con
el vino blanco dejando que de un hervor, añadimos el caldo de carne ya hirviendo, salamos con cuidado y dejamos hacer a fuego bajo hasta que las patatas
estén blandas. Retiramos entonces las albóndigas, las zanahorias y las patatas
y pasamos por la batidora el caldo con la cebolla, triturando muy bien; volvemos
a mezclar todo en la cazuela, comprobamos de sal y damos un ligero hervor.
Está mejor si dejamos reposar unos minutos antes de servir. (Si la salsa no queda suficientemente espesa puede aplastarse una cucharada de patatas y mezclar con el caldo, o dejar que reduzca un poco al fuego.)
Está mejor si dejamos reposar unos minutos antes de servir. (Si la salsa no queda suficientemente espesa puede aplastarse una cucharada de patatas y mezclar con el caldo, o dejar que reduzca un poco al fuego.)
Las albondigas nos gustan mucho, estas te han quedado de maravilla. No he probado nunca a ponerles menta dentro, pero lo voy a probar que tengo en el cortijo al alcance de la mano.
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