He aquí una receta
para animar un poco a la habitualmente
sosa pechuga de pollo. El marinado a base de tabasco, mostaza y salvia, más la salsa
de soja, dan un toque especialmente alegre
a este plato, complementado con la pimienta, el ajo y la guindilla,
consiguiendo un toque realmente brillante,
atemperado por la suavidad del calabacín. (A punto estuve de llamar a esta
preparación pollo rabioso…) El
resultado es muy gratificante si se es amigo de lo comida picante. Si no, mejor
absténgase.
Ingredientes
para cuatro personas
Dos pechugas
de pollo
Un calabacín
Dos cucharas
de salvia picada
Una cucharada
de salsa tabasco
Dos cucharadas
de salsa de soja
½ cucharada
de mostaza
Un vaso de
vino blanco
Dos dientes
de ajo
Dos guindillas
Pimienta
Sal
Aceite de
oliva
Comenzamos preparando
el adobo: en un cuenco ponemos la salsa de soja, la salsa tabasco, la mostaza
y la salvia, mezclando todo muy bien. Troceamos las pechugas de pollo, salamos ligeramente,
agregamos la pimienta al gusto, (pero no sea tacaño con ella…) y unimos con el
adobo, mezclando bien para que el pollo se impregne adecuadamente. Dejamos
reposar al menos un par de horas, mejor de un día para otro.
En una sartén
con un chorro de aceite freímos los ajos laminados y las guindillas en aros
(previamente quitaremos las semillas) procurando que los ajos no se quemen. Cuando
empiecen a dorarse los retiramos y reservamos. En ese aceite rehogamos el pollo
hasta que se dore ligeramente, añadimos el vino blanco y dejamos reducir un
poco. Agregamos el calabacín lavado y cortado en trozos del tamaño aproximado a
los del pollo, los ajos y, si quiere, la guindilla, y dejamos hasta que el
calabacín este hecho, procurando que quede tierno pero entero.
De los mejores blog que he visto, lo suelo visitar con frecuencia
ResponderEliminarSigue asi!!!