Níscalos,
nícalos, mízcalos… rovellons… y muchos
nombres más para este delicado regalo del otoño, verdadera delicia como su propio nombre (científico)
indica: Lactarius deliciosus, uno de los hongos comestibles más conocidos
y apreciados en gastronomía por su carne densa y compacta de olor suave y
dulzón de un inconfundible color anaranjado. (A propósito de lo cual he aquí
una nota curiosa: uno de sus colorantes se elimina a través del riñón
dando a la orina un color que puede resultar preocupante si se desconoce
la causa…) El níscalo puede prepararse de múltiples formas: asado, guisado, a la
plancha, frito… o como complemento de un guiso de carne. Yo os propongo una forma rápida
y muy suculenta de prepararlos, ideal para un aperitivo: hechos sencillamente
con un poco de aceite y jamón.
Ingredientes
para cuatro personas
600 gr de
níscalos no muy grandes
100 gr de
jamón picado
3 o 4
cucharadas de aceite de oliva
Una pizca de
sal
Limpiamos
bien los níscalos de los restos de tierra que puedan tener y los cortamos en
trozos no demasiado pequeños. En una sartén calentamos el aceite y rehogamos
los níscalos durante siete u ocho minutos, removiendo con cuidado. Salamos ligeramente,
(recuerde que el jamón ya lleva sal) y añadimos el jamón picado. Removemos y dejamos
hacer tres o cuatro minutos más. Servimos… y a disfrutarlos.
No soy demasiado entusiasta de esta seta pero aun asi me la como, mira que curioso el tema de la pigmentación siempre se aprende algo nuevo. Besitos
ResponderEliminarMadre mía esos Níscalos!!, lo que me gustan y cuántos años han pasado que no los pruebo (salimos y no los encontramos)
ResponderEliminarya me he enganchado, con esta receta...fabulosa!!
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