21 de octubre de 2011

Deliciosa Marta

Sandra Nettelbeck. Imagen tomada de zimbio.com
Sandra Nettelbeck es una directora alemana con una muy corta filmografía (bueno, ella es muy joven, démosle tiempo) y de la que, que yo sepa, en España sólo se ha estrenado esta pequeña delikatesse. De 2004 es Sergeant Pepper, “…una película para niños en la que narraba la amistad entre un niño de seis años y un perro.” (Wikipedia dixit,) y de 2009 Helen, que según parece “Se centra en Helen, una profesora de música y madre que sufre una fuerte depresión.” (Esta vez quien lo dice es La Higuera.net).
Puede que esta Bella Martha de 2000 sea una obrita menor, pero en todo caso es un juguete perfectamente ensamblado, una comedia-melodrama donde una cocinera deliciosamente neurótica y deliciosamente interpretada por una pletórica Martina Gedeck recita (susurra, más bien) recetas de cocina desde el diván de un psicoanalista que casi acabará necesitando él mismo unas buenas sesiones de psicoterapia. Martha trabaja en un pequeño pero refinado restaurante por cuya cocina deambula teresianamente la cámara de Sandra Nettelbeck, que si no encuentra a Dios entre los pucheros sí encuentra una galería de personajes tan creíbles como perfectamente dibujados con trazo firme pero ligero, sirviéndose  de apenas una frase, un gesto, una mirada, acercándose a ellos con el respeto, la ternura y esa pizca de ironía con que todo buen director trata a sus personajes. 
Y entre ellos se mueve Marta, siempre en tensión, sumida en su pequeño mundo de recetas y clientes puntillosos hasta que un inesperado accidente primero, y la aparición después de un cocinero italiano que amenaza, o eso cree ella, su hegemonía en la cocina del restaurante, vienen a romper la rutina. Un inesperado accidente que Sandra Nettelbeck nos cuenta con una maestría insuperable: la normalidad rota por una simple llamada de teléfono, el shock al recibir la noticia expresado con una mano que busca apoyo en la pared, el dolor en la silueta a contraluz de un cuerpo doblado por el llanto, la soledad frente a ese dolor, (Marta estará siempre sola en las secuencias que narran esos momentos), todo ello expresado con tal sencillez en las imágenes y sobriedad en los movimientos de la cámara que uno no sabe qué admirar más, si la sabiduría de Sandra Nettelbeck  como directora o como guionista. Porque ese es otro de los atractivos de la película: un primoroso guión que alterna comedia y drama en un perfecto encaje ejemplificado en la primera aparición del cocinero italiano que borda Sergio Castellito,  uno de los mejores actores italianos actuales, deudor de los mejores Totó, De Sica, Sordi o Gassman (cierto que con una clara tendencia al desparrame interpretativo que aquí controla perfectamente y con mano firme pero no rígida Sandra Nettelbeck : ese italiano visto por una alemana es quizá un punto demasiado… italiano.)  La historia discurre con una envidiable fluidez hasta el final feliz ma non tanto, punteada por hallazgos como la extraordinariamente erótica secuencia donde Mario, el cocinero italiano, da a aprobar varias salsas a Martha.  

No falta el aliño levemente picante de unas gotitas de melodrama que no enturbian el buen sabor del acabado (esas secuencias de la reconciliación entre Martha y la pequeña Lina con lágrimas y abrazos, o la despedida de ambas, en la mejor tradición del género…) Y queda la impresión de una gran dirección de actores y de un inmejorable dominio de la narración y de la dosificación de los tempos.
Quizá habría que reprochar a fräulein Nettelbeck que no haya sabido resistirse al uso (no excesivo, todo hay que decirlo) de los objetivos de focal variable, los llamados zoom, ese diabólico invento exportado por Hollywood al resto del mundo y convertido en vicio universal consistente en escamotear la mitad de la interpretación de un actor, desenfocándole alternativamente y que ha venido a sustituir al recurso del plano/contraplano clásico que ya casi nadie utiliza… (Una lástima, porque además es una doble falta de respeto: al actor al que se le roba parte de su trabajo y a mí, al que como espectador se me priva de decidir a qué actor quiero mirar.)
Y una anécdota final: en 2007, Scott Hicks  realizó Sin reservas un remake de esta película al estilo de Hollywood con Catherine Zeta-Jones interpretando a Martha.


Ficha:
Título original: Bella Martha (AKA Drei Sterne)
Año de producción: 2000
Duración: 107 min.            
País: Alemania
Director: Sandra Nettelbeck
Guión: Sandra Nettelbeck
Música: Keith Jarrett, Arvo Pärt, David Darling
Fotografía: Michael Bertl
Reparto:Martina Gedeck, Sergio Castellitto, 
               Maxime Foerste, Sibylle Canonica, 
               Katja Studt, August Zirner,
               Idil Ürner, Oliver Broumis, Ulrich Thomsen
Género:  Comedia. Drama

Mirando hacia atrás con hambre

Parece pertinente tener en esta bitácora una sección retrospectiva en la que tengan cabida las viejas y no tan viejas películas, esas que dejan un recuerdo especial y a las que siempre se vuelve, como se vuelve a los libros, a la música… a los amores perdidos, ay.  Y quizá bajo la influencia del sitio este, me parece muy adecuado llamarla Mirando hacia atrás con hambre.
Y para comenzar he pensando en esas películas en las que la gastronomía, si no es la protagonista, sí que al menos ocupa un espacio significativo en la historia. Por ejemplo esa cruel maravilla que es La gran comilona (La grande bouffe, 1973) probablemente la mejor película sobre comida y donde la gastronomía es algo más que una excusa y en la que Marco Ferreri pone imágenes a un superlativo atracón firmado por Rafael Azcona. O El festín de Babette (Babettes gæstebud, 1987) un delicado bocado de Gabriel Axel sobre un cuento de Isak Dinesen. O Satiricón (Fellini Satyricon, 1969) donde Fellini reinventa el banquete de Trimalción…  o esa otra golosina preparada por Sandra Nettelbeck, esa realmente Deliciosa Marta (Bella Martha, 2000) con guión de la propia Nettelbeck. De todas ellas y de alguna más hablaré aquí, aunque no traten de cocina ni gastronomía.