14 de mayo de 2012

Un lugar donde quedarse

Paolo Sorrentino
Partiendo de un alambicado y retorcido guión tan lleno de pretensiones de trascendencia que acaba convertido sólo en pretencioso, plagado de tópicas, superficiales y tontorronas frases hechas que parecen sacadas de un manual New Age de autoayuda, un puro disparate tanto más ridículo cuanto más trascendente se pretende, Sorrentino incurre en este lugar en el que, definitivamente, no vale la pena quedarse, en varios errores:  el principal, deficiencias del guión aparte, apoyar su narración en un único pie: el que supone la interpretación de Sean Penn, con el riesgo de que si este pie falla todo el invento se venga abajo. Y, puesto que Penn no sólo falla sino que cansa e irrita, la película se viene abajo a los pocos minutos; y es que hay algo de falso y poco creíble en este ya de entrada falso juguete roto que el actor empeora recurriendo a los tics más facilones para caracterizar a su  personaje (esos andares almorránicos, soplarse el flequillo cada diez minutos... su hablar supuestamente sentencioso…) Por si eso fuera poco, Sorrentino tarda en decidirse a comenzar la película hasta media hora, o más, después de de haber empezado a contar esta poco creíble fábula, cuando el espectador está ya a punto de la renuncia: tras un primer tercio de la historia consumido en una caótica serie de escenas sin ilación que parecen sacadas de una de esas descerebradas sitcom televisivas, tras todos los rebuscamientos visuales y todas las insufribles poses de Sean Penn, de pronto y sin aviso, la historia se convierte en una especie de road movie, (ese subgénero inequívocamente americano que vuelve locos a los directores europeos, vaya a saber por qué), convertido aquí en un triste pretexto para ir sacando toda una galería de personajes a cual más absurdo e improbable. Y es también entonces cuando comienza la parte más cínicamente inmoral de esta historia: la descarada utilización del Holocausto para justificar la errática deriva de su personaje, una especie de delirante eduardomanostijeras que se hubiera chutado todo el caballo que en los setenta se metían las estrellas del rock. Porque utilizar un acontecimiento de las implicaciones éticas del Holocausto en una comedia que no pasa del nivel de la más necia subnormalidad va más allá de toda decencia. 
(Aunque en el cine italiano haya el precedente de ese sobrevalorado y premiado saltarín de butacas, ya lo sé.) Con todo, y puesto que el guión es tan arbitrario que no obedece a ninguna ley que no sea el capricho de sus autores, no es de extrañar que más que hablar de ritmo narrativo haya que hablar de arritmia narrativa y que el desarrollo de la (inexistente) acción se mueva entre lo anodino y lo aburrido. Hay, quizá, un momento que destaca en la grisura intelectual de esta película, tanto que parece metido en ella con calzador: el concierto de David Byrne, y ello debido probablemente sólo a la magia del propio Byrne; hay otro momento también digno de mención, aunque este destaca únicamente por su innecesaria truculencia, por ser una absurda solución para el no menos absurdo problema pseudo freudiano que sirve para justificar todo el embrollo, una innecesaria catarsis para cerrar lo que hasta ese momento era una mediocre comedieta y que así se convierte en una obscena burla: esa secuencia en la que el viejo nazi es obligado a caminar desnudo sobre una sorprendente y oportuna nieve, y que repele por lo que tiene de venganza, no de justicia. Pero váyale usted con sutilezas éticas a quienes sólo piensan con el bolsillo. Una única cosa se salva en este desaguisado: la interpretación, tan convincente y certera como todas las suyas, de una de las mejores actrices actuales, la inimitable Frances McDormand. Lástima que su papel sea tan breve y anecdótico.

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Ficha:
Título original: This Must Be the Place
Año de producción: 2011
Duración: 118 min.
País: Italia, Francia, Irlanda
Director: Paolo Sorrentino
Guión: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello
Música: David Byrne, Will Oldham
Fotografía: Luca Bigazzi
Reparto: Sean Penn, Eve Hewson,
                 Frances McDormand, Judd Hirsch,
                 Heinz Lieven, Kerry Condon,
                 Olwen Fouere, Simon Delaney,
                 Joyce Van Patten, Liron Levo,
                 Harry Dean Stanton
Género: Drama, comedia