3 de junio de 2014

Siete ensaladas para siete días


Comienza, por estas latitudes, el tiempo de soles y calores con lo que  la cocina de ollas y fogones puede resultar menos tentadora que un plato colorido y refrescante, nutritivo y lleno de sabor: efectivamente, las ensaladas. Y como se supone que en este blog se habla, también, de cine (...ya, ya sé que esa parcela la tengo un poco desatendida últimamente...) vamos hoy con una antología de ensaladas publicadas en la gastrocinemia y cuyo título, Siete ensaladas para siete días,  tiene reminiscencias de vieja película. La receta completa puede verse pulsando en le enlace correspondiente.


Y aprovechando que aun estamos en temporada de nísperos empezamos con esta que, como se dice en la correspondiente entrada, No es que sea especialmente original, ni lo pretende, pero el añadido de unos nísperos le da un toque muy primaveral, realzado por el aroma de la albahaca.

 
Esta ensalada se decanta por  una mezcla donde el queso brie pone su suave cremosidad y su ligero aroma, más intenso cuando va madurando, que tan bien  combina en saladas donde entren frutas de carne consistente (mango, aguacate...) Para acabar con el remate del toque suntuoso de un buen jamón ibérico.


Pepino, aguacate, manzana, rabanitos... más una rica ventresca de atún y rúcula. El toque especial  se lo da esta ensalada una vinagreta que aromatizaremos con unos clavos de olor, cuya fragancia levemente punzante combina muy bien con el sabor más suave de las verduras.

  


Una de las más socorridas y típicas ensaladas es aquella en la que se combinan vegetales y carnes o pescados, como la anterior de ventresca o esta, donde el pollo y el queso de cabra ponen el complemento proteínico a los vegetales, y las hierbas aromáticas añaden sabor y frescura a nuestro plato.
 

El apunte exótico lo pone en nuestra colección de ensaladas esta, en la que la salsa tzatziki, esa mezcla de yogur, pepino, aceite de oliva y hierbas aromáticas. Es una ensalada muy refrescante, moderadamente calórica que muy bien puede constituir un plato único si decidimos servirla sobre pan de centeno y la complementamos con una pieza de fruta.



La mezcla de sabores y texturas de la manzana, el queso y el aguacate es sólo uno de sus atractivos a los que la vinagreta de cebollino se une para lograr un resultado sorprendente en esta ensalada, leve variación de la anterior ensalada de aguacate y brie con virutas de ibérico. La vinagreta de cebollino con  la que la se acompaña añade un plus de sabor.



Y terminamos con una propuesta muy especial, una mezcla de dos de las joyas de nuestra cocina mediterránea: el espencat valenciano y la escalivada catalana juntos en este plato capaz de poner los dientes largos al más inapetente. Una combinación en verdad deslumbrante, donde la mezcla de sabores, aromas y texturas tiene poco que envidiar a esos inventos de la nueva (cada vez menos nueva, en realidad,) cocina.