26 de febrero de 2016

La tentación de Jansson

La última vez que había estado en Suecia había probado aquel plato llamado «la tentación de Jansson» en un bar de carretera. Era una de las cosas más ricas que había comido nunca.
Anne Holt, Det Sot er Mitt (Castigo, 2001)
(Publicado en España por Ediciones B en traducción de Cristina Gómez Baggethun)


 

Es curioso que cuando por estos lares decidimos explorar otras formas de comer, nuestra curiosidad nos lleve de manera casi automática a la orilla suroriental del Mediterráneo. Tiene su lógica, desde luego, ya que mal que les pese a algunos tenemos mucho en común gastronómica y culturalmente con esa zona, pero... vaya, hay otras gentes  en otros lugares de las que también podemos aprender cosas interesantes. Y, aparte de los viajes, la literatura es una buena fuente de ideas para la cocina. Y si se trata de platos procedentes de gastronomías tan exóticas como la sueca, confieso que yo soy incapaz de resistir la tentación. Más si la receta lleva ya de entrada la palabra fatídica en el título. Todo esto viene a cuento como excusa para presentar esta receta de la que oí, es un decir, hablar por primera vez en una novela de Anne Holt. Es fácil de preparar y no es necesario utilizar quesos de nombre impronunciable, como con toda razón dice mi admirada Marisa de Ret Ceteras, y se pueden cambiar, perfectamente, las ansjovis por honestas anchoas . En cuanto a tan curioso nombre (de la receta) véase aquí.

Ingredientes para cuatro personas
Cuatro patatas grandes
Dos cebollas de buen tamaño
Dos latas de anchoas
250 ml de nata líquida
Dos cucharadas de pan rallado
Dos cucharadas de almendras molidas
50 gr de mantequilla
Sal
Pimienta

  • Pelamos, las patatas, las lavamos y las cortamos como para freír pero muy finas (casi como cerillas, he leído en algún blog) y las reservamos en un cuenco con agua fría.
  • Pelamos las cebollas y las cortamos en aros finos y luego en tiras. Reservamos.
  • Untamos con un poco de mantequilla una fuente para horno y vamos colocando una capa de patatas, otra de cebolla y otra con las anchoas bien escurridas. Acabamos con otra capa de cebolla y otra de patatas. (Salpimentamos al gusto entre cada capa, pero recuerde que las anchoas suelen estar más que suficientemente saladas).
  • Añadimos la nata y espolvoreamos con una mezcla hecha con el pan rallado y las almendras molidas y regamos con un poco del aceite de las anchoas. (Esta mezcla puede sustituirse por pan rallado sólo o galletas trituradas, si se prefiere).
  • Finalmente, colocamos la mantequilla cortada en dados sobre la superficie y llevamos al horno, precalentado a 190º, durante cuarenta y cinco o cincuenta minutos. (Como siempre, tiempo orientativo: fíese de su horno, no del mío).
  • Puede servirse acompañado de una ensalada, con lo cual ya tenemos un excelente plato único. Y muy rico, además.

21 de febrero de 2016

Quiche de queso brie y hierbas aromáticas

Confieso que mi primera intención era hacer la típica tarta sueca llamada Västerbottenostpaj, nombre que significa, literalmente, pastel de queso Västerbotten. El problema es que el ingrediente principal de este pastel, salado, por otra parte, es el queso elaborado en la región de Västerbotten y considerado uno de los quesos más deliciosos...  y la dificultad para encontrar por nuestros lares el queso en cuestión. Así que tras un ensayo no muy feliz con queso parmesano, decidí liarme la manta a la cabeza, pasar de ortodoxias y conformarme con dejarlo en "inspirado en el típico pastel sueco..." etc. La elección del queso debería hacerse, entonces, pensando en conseguir una quiche cremosa, de textura suave y de sabor recio. Yo elegí una crema de brie... y un queso brie. El resultado sólo puede calificarse de espectacular. La receta, por lo demás, sigue bastante de cerca la original: mezclar queso, nata, leche y huevos; verter la mezcla en un molde forrado de masa quebrada y cuajar al horno. Vamos a ello.

Ingredientes
Una lámina de masa quebrada
125 gr (una tarrina) de crema de queso brie
125 gr de queso brie
200 ml de nata líquida
200 ml de leche evaporada
3 huevos
Hierbas provenzales al gusto. (Pero no sea tacaño con ellas)

  • Cubrimos un molde con la lámina de masa quebrada, pinchando el fondo con un tenedor para que no suba al cocerse y horneamos 15 o 20 minutos a 180º. Retiramos del horno y reservamos.
  • Quitamos la corteza del queso brie y la desechamos.  Troceamos el queso lo más menudo posible y lo reservamos.
  • Ponemos en un cazo la leche y la nata y lo llevamos a fuego bajo. Ojo, que no debe hervir. Cuando vaya tomando temperatura añadimos la crema de queso y los trozos de queso y removemos bien para que funda todo homogéneamente. Retiramos del fuego y reservamos.
  • Batimos los huevos y los añadimos a la mezcla de leche, nata y queso. Cuidado: esta mezcla debe estar sólo tibia para que el huevo no cuaje. Mezclamos muy bien, batiendo con unas varillas.
  • Agregamos las hierbas provenzales y mezclamos.
  • Vertemos ahora en el molde con la masa semicocida, lo llevamos al horno, precalentado a 180º, y dejamos durante unos 45 minutos o hasta que haya cuajado. La prueba de pinchar con una varilla de brocheta o similar es la mejor forma de ver si ya está listo: si sale limpia, apagamos el horno y dejamos enfriar. Puede servirse tibia o fría, al gusto de cada uno.

14 de febrero de 2016

Ensalada de rabanitos con sus hojas, eneldo y cebollino

Los rabanitos: he aquí otra de esas verduras que, de creer a sus panegiristas, son una mezcla del bálsamo de Fierabrás, la panacea universal y la purga de Benito y que sirven tanto para un roto como para un descosido: desde el mayor remedio (sic) antienvejecimiento (no diré dónde escriben así) hasta, como no, prevenir y curar el cáncer. Pero es cierto que son ricos en vitamina C, magnesio, calcio y potasio, que tienen propiedades diuréticas... y que además están muy buenos. Hoy vamos a preparar con ellos una ligera, delicada y riquísima ensalada utilizando las hojas verdes de los rabanitos: su sabor ligeramente ácido y picante convierte esta sencilla receta, donde el eneldo y el cebollino añaden su toque fresco y aromático, en un acompañamiento ideal para un pescado a la plancha, por ejemplo. Por cierto, una cuestión que siempre despierta dudas es si deben pelarse. Y, como para todo, hay diversidad de opiniones. Parece que su piel acumula los pesticidas y fertilizantes químicos, por lo que en cualquier caso habría que lavarlos muy bien. Y por otro lado el color rojo de su piel se debe a la "presencia de antocianinas que forman parte de los polifenoles, y se definen como flavonoides fenólicos de los que cada día se van conociendo más propiedades interesantes". (Vea aquí un interesante artículo sobre la conveniencia de pelar o no verduras y hortalizas. Y es que lo que no se encuentre en la Red...) En fin, que a su gusto. En todo caso, elija al comprarlos los que tengan las hojas más verdes, frescas y lozanas.

Ingredientes para cuatro personas
Un manojo de rabanitos con sus hojas
Un ramillete de eneldo fresco
Unas ramitas de cebollino
Sal
Aceite de oliva
Vinagre de manzana

  • Separamos las hojas de los rabanitos y las lavamos muy bien al chorro suave del grifo. Dejamos escurrir y reservamos.
  • Lavamos igualmente los rabanitos utilizando un cepillito (un cepillo de dientes también sirve) para que queden bien limpios, los secamos (y si los vamos a pelar lo hacemos ahora). Los cortamos en láminas lo más finas posible y los reservamos.
  • Secamos las hojas y las cortamos en tiras.
  • Mezclamos en un cuenco las hojas con los rabanitos laminados y aliñamos con una vinagreta hecha con un buen aceite de oliva virgen extra y el vinagre de manzana (proporciones a su gusto, yo no soy muy amigo del vinagre, pero siga sus preferencias).
  • Finalmente, picamos muy fino el eneldo y el cebollino y lo añadimos a la ensalada, mezclando bien.


9 de febrero de 2016

Pollo al sésamo con verduras y fideos chinos

Receta con aire vagamente oriental pero que puede elaborarse sin el prurito de ser obsesivamente fiel a unas normas precisas. Es una manera de dar variedad al siempre socorrido pollo al que el sésamo le añade aquí su peculiar toque avellanado, tan rico. Las verduras y los fideos coronan un plato completo y muy nutritivo. (Yo he utilizado aceite de oliva, pero si se desea, por aquello de lo orientalizante de la receta, puede usarse de girasol).


Ingredientes para cuatro personas
6 contramuslos de pollo deshuesados
200 gr de fideos chinos
Dos pimientos verdes
Dos zanahorias
Dos cebolletas
Dos tomates medianos tirando a verdes
Dos cucharadas de salsa de soja
Dos cucharada de aceite de sésamo
100 ml de aceite de oliva
Dos dientes de ajo
Una ramita tierna de apio
Semillas tostadas de sésamo
Sal
Pimienta

  • Limpiamos bien los contramuslos de la grasa que puedan tener y los cortamos en tiras finas. Salpimentamos ligeramente; los ponemos en un cuenco, los bañamos con las dos cucharadas de salsa de soja mezclando bien y los dejamos una hora. (Si la cantidad de salsa de soja le parece escasa ─o excesiva─ déjese llevar por su propio gusto).
  • Lavamos las verduras y las cortamos en tiras finas: para la zanahoria puede usar un pelador de verduras para obtener láminas finas. Reservamos.
  • Escaldamos y pelamos los tomates, retiramos las semillas y cortamos la pulpa en tiras finas, Reservamos.
  • Piamos muy finito el ajo y el apio (la misma cantidad que de ajo, más o menos) y reservamos.
  • En un wok (si no se tiene, una sartén honda o una cazuela sirve lo mismo) ponemos el aceite de oliva mezclado con el de sésamo y cuando esté caliente añadimos el pollo, que rehogaremos removiendo todo el tiempo, a fuego vivo, hasta que quede a nuestro gusto. Retiramos y reservamos.
  • En el mismo aceite ponemos el ajo junto con el apio, dejamos un par de minutos y añadimos las verduras, rehogando hasta que queden tiernas pero al dente, y removiendo bien.
  • Hervimos los fideos en abundante agua durante tres minutos, escurrimos y reservamos.
  • Cuando las verduras ya estén en el punto de cocción deseado agregamos el pollo y los fideos y mezclamos todo muy bien, rectificando ahora de sal si es necesario. Dejamos un par de minutos.
  • Finalmente servimos en cuencos con las semillas de sésamo espolvoreadas por encima y regados con un hilo (apenas una pizca) de aceite de sésamo.

6 de febrero de 2016

Tosta de berenjena, tomate y jamón

Aunque tosta es una de tantas absurdas palabrejas inexistentes (tostada, sería lo lógicamente correcto en nuestro maltratado idioma), lo cierto es que en este no-lugar llamado Internet todos la usamos con delectación, y más aun en el caótico arrabal de los cocinillas donde cualquier aberración idiomática vale. En fin, digresiones aparte, lo cierto es que se trata de una fórmula muy socorrida a la hora de preparar un tentempié rápido o incluso una comida completa si elegimos ingredientes nutritivamente equilibrados. Es ideal para dejar volar la imaginación, está muy rica y es fácil de preparar. Así que vamos a ello. Una (pen)última cosa: en cuanto a la forma de preparar la berenjena para esta receta, puede elegirse entre asarla o cocinarla al vapor. Yo he preferido esta última opción ya que queda más jugosa y con una textura más suave. (Recuerde que la berenjena contiene sustancias como la solanina que consumida cruda  puede provocar dolor abdominal, vómitos, diarrea, hinchazón... Por eso debe cocinarse siempre). El marinado de los tomates y la cocción de la berenjena puede hacerse con antelación y tenerlo preparado para cuando vayamos a usarlo.

Ingredientes para cuatro tostas
4 rebanadas de pan de centeno
Una berenjena
2 tomates maduros
75 gr de jamón serrano, mejor si es ibérico
12 aceitunas negras
Una cucharada de estragón
Aceite de oliva
Dos diente de ajo
Sal
Perejil ad libitum 

  • Pelamos la berenjena, la cortamos en tiras, la salamos abundantemente  y la dejamos una media hora en un escurridor para que suelte el agüilla amarga.
  • Lavamos, escaldamos brevemente y pelamos los tomates. Retiramos las semillas y cortamos la pulpa en tiras, salamos al gusto y las ponemos en un cuenco a marinar con el estragón y un chorro de un buen aceite de oliva. Conviene dejarlo un par de horas para que el tomate se impregne bien de los sabores.
  • Lavamos ahora la berenjena al chorro (suave) del grifo para eliminar el exceso de sal y la ponemos a hervir al vapor. Cuatro o cinco minutos serán suficientes. Sacamos y dejamos que se atempere.
  • Mientras, cortamos el jamón en tiras finas. Troceamos las aceitunas y picamos el perejil. Reservamos todo.
  • Tostamos las rebanas de pan, las frotamos con el ajo pelado y vamos colocando la berenjena, el tomate, el jamón y las aceitunas, acabando con un poco del perejil picado.

3 de febrero de 2016

Lomo de cerdo al horno

Parece que el lomo de cerdo es, después del solomillo, la carne con más proteínas y menos grasas; es una carne rica en vitamina B1 y su consumo, cocinada adecuadamente sin adición de otras grasas, es muy recomendable ya que aporta también muchos minerales. Hoy os sugiero una receta muy fácil pero para preparar sin prisa. (Y por aliteración que no quede). Como el lomo puede resultar un tanto seco, el secreto está en asar la carne a baja temperatura para conseguir que nos quede tierna y jugosa. Y la acompañaremos de una suave salsa de verduras que hará que sus comensales disfruten de lo lindo.

Ingredientes para cuatro personas
Una pieza de lomo de un kilo, aproximadamente
Una cebolla grande
Un pimiento verde
Dos puerros
250 ml de caldo de verduras
Un chorrito de brandi
Una cucharada de romero
Una cucharada de orégano
Un diente de ajo
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

  • Limpiamos la carne del exceso de grasa superficial, la salpimentamos al gusto y la atamos con bramante de cocina para que no se deforme al cocinarla. Reservamos. (Si resulta muy grande, puede cortarse en dos trozos).
  • En el mortero molemos el romero y el orégano junto con el ajo, añadimos aceite de oliva suficiente para untar toda la carne y mezclamos bien.
  • Colocamos la pieza de lomo sobre una lámina de papel film y con ayuda de una brocha pintamos toda su superficie con la mezcla de aceite, ajo y hierbas. Debe quedar bien embadurnada.
  • Envolvemos con el papel film y dejamos reposar un mínimo de dos horas en el frigorífico. (Como vamos a sacarlo del frío al menos dos horas antes de cocinarlo, es buena idea dejarlo preparado la noche antes).
  • Sacamos, pues, la carne del frigorífico un par de horas antes para que coja la temperatura ambiente.
  • En una sartén o plancha, ligeramente aceitada y a fuego vivo,  doramos muy bien la carne por todas partes.
  • La envolvemos entonces en papel sulfurizado como para hacer en papillote y la llevamos al horno que tendremos precalentado a 160º, dejando entre cuarenta y cinco minutos y una hora. (Fíese de su horno, no del mío).
  • Mientras, lavamos, pelamos y cortamos en juliana las verduras y las pochamos a fuego suave con un chorro de aceite y una pizca de sal. Cuando estén hechas sin que cojan color retiramos el exceso de aceite, añadimos el caldo y dejamos que hierva a fuego muy suave unos diez o quince minutos.
  • Trituramos en la batidora, pasamos por el chino o un colador y reservamos.
  • Cuando la carne esté, sacamos del horno, abrimos con cuidado el paquete y recogemos los jugos que haya soltado. Volvemos a tapar la carne y dejamos que repose una media hora.
  • Colamos los jugos de la carne y los añadimos a la salsa junto con el chorrito de brandi. Llevamos a fuego muy suave y dejamos que reduzca hasta conseguir la consistencia deseada. Corregimos de sal si es necesario y reservamos al calor.
  • Salseamos el plato y servimos la carne, cortada en lonchas, sobre la salsa.

23 de enero de 2016

Alcachofas con berberechos

Una nueva receta de las denominadas de mar y montaña: vamos, de esas en las que con la unión (¿o habría que decir maridaje?) de uno o varios ingredientes marinos con uno o varios ingredientes huertanos se consigue un plato no solo nutritivo, sano y saludable sino que está para, con perdón, chuparse los dedos. Y si además se utilizan productos de temporada, ¿qué más se puede pedir? ¿Que sea fácil de preparar? Pues también. Así que allá vamos.

Ingredientes para cuatro personas
6 alcachofas
750 gr de berberechos frescos
Una cebolla
Dos puerros
Dos tomates maduros
250 ml de vino blanco
Sal
Aceite de oliva
Un manojillo de perejil

  • Lavamos bien los berberechos al chorro del grifo y los dejamos en agua con dos cucharadas de sal durante 30 minutos para que vayan soltando la arenilla que tengan.
  • Cortamos la cebolla y el puerro limpio en juliana y los ponemos a pochar a fuego suave en una sartén con un poco de aceite y una pizca de sal.
  • Escaldamos los tomates, los pelamos y los cortamos en dados retirando las semillas. Cuando cebolla y puerro comiencen a estar transparentes los añadimos a la sartén y dejamos hacer unos seis u ocho minutos.
  • Lavamos ahora muy bien los berberechos, los ponemos en una cazuela con el vaso de vino y los llevamos al fuego dejando hasta que se abran.
  • Colamos el caldo resultante y lo añadimos al pochado de cebolla, puerro y tomate y dejamos hacer a fuego muy suave unos veinte minutos. Reservamos los berberechos.
  • Ponemos al fuego una olla con un vaso der agua y la cestilla de cocer al vapor, y cuando comience a hervir añadimos las alcachofas a las que habremos quitado las hojas exteriores, quitado las puntas y cortado en dos. Dejaremos también el tallo, pelado.
  • Trituramos el pochado con la batidora, pasamos la crema resultante por el chino o por un colador, aligeramos con un cucharón del caldo de cocer las alcachofas y corregimos de sal. Debe quedarnos una salsa no muy líquida.
  • Mezclamos esta salsa con los berberechos y las alcachofas, damos un hervor, apagamos el fuero y dejamos reposar unos minutos antes de servir espolvoreado con el perejil bien picado.

19 de enero de 2016

Galletas saladas de queso y hierbas aromáticas

Aperitivo, tentempié, capricho... irresistible tentación, estas galletitas son tan fáciles de hacer como difíciles de dejar en el plato una vez que se han probado. La mezcla de quesos y hierbas aromáticas es tan seductora que el paladar siempre pide más... Yo he utilizado romero, pero puede elegir la hierba o la mezcla de hierbas que prefiera. Eso sí, en este caso es mejor que sean secas. En cuanto al queso, yo prefiero comprarlo en cuñas y rallarlo en casa a la hora de trabajarlo, porque nunca se sabe cuánto tiempo lleva embolsado el que se vende ya rallado. Pero a cada uno según sus gustos. Sea prudente con la sal, los quesos ya suelen llevar más de la necesaria.


Ingredientes
50 gr de queso cheddar
50 gr de queso parmesano
100 gr de mantequilla  
150 gr de harina
1 yema de huevo
2 cucharas de romero
2 cucharadas de agua
Una pizca de sal
Una cucharada de semillas de amapola
 
  • Derretimos la mantequilla al baño maría.
  • Trituramos muy bien en el mortero en el romero, y quitamos los "palitos" que queden.
  • Cernemos la harina en un cuenco y la mezclamos con la mantequilla, añadimos los quesos rallados, el romero, la yema de huevo, la sal y el agua y amasamos. Deben quedar muy bien unidos todos los ingredientes, así que trabájelos con paciencia. (Utilice un tenedor, por ejemplo, y si los quesos no se unen bien ponga la mezcla unos minutos a un baño María suave).
  • Una vez bien amalgamada la mezcla la metemos en el frigorífico durante unos 20 o 30 minutos.
  • Precalentamos ahora el horno a 180º y con un rodillo estiramos la masa entre dos hojas de papel film hasta conseguir una lámina  de medio centímetro (más o menos) de espesor.
  • Con ayuda de un cortapastas vamos cortando las galletas y las colocamos en una fuente de horno sobre papel sulfurizado. Repetimos la operación hasta acabar la masa.
  • Espolvoremamos con las semillas de amapola y horneamos durante unos 20 minutos o hasta que estén doradas. Ojo que no se quemen.
  • Sacamos las galletas del horno y las colocamos en una rejilla para que pierdan la humedad. Esperamos que se enfríen y ya podemos disfrutarlas.

16 de enero de 2016

Sopa de cebolla

Cocina tradicional convertida en un clásico de la cocina francesa, la sopa de cebolla aparece ya en el libro de cocina del siglo XIV Le viandier de Guillaume Tirel más conocido como Taillevent. Esta sopa que en el siglo XIX era el plato típico de los trabajadores del mercado parisino de Les Halles, acabó convertido en tentempié para noctámbulos refinados, y de ahí pasó a los restaurantes más elegantes convertido en plato de lujo. Se aconseja utilizar cebollas dulces para su elaboración ya que tienen un sabor más delicado y el resultado será más suave y meloso. Puede utilizarse el caldo que se prefiera: de verduras, pollo, jamón... eso dará el punto personal a nuestra sopa. En cuanto al queso para el gratinado final, puede elegir el que desee, pero puesto que hablamos de un plato a la francesa, yo me decantaría por un emmental francés como el Emmental de Savoie o el Emmental français est-central, aunque el clásico emmental suizo es igualmente válido. Un último consejo: tanto el vino como el caldo deben estar como mínimo a temperatura ambiente y el caldo es preferible añadirlo hirviendo.

Ingredientes para cuatro personas
4 cebollas dulces grandes
50 ml de aceite de oliva
60 g de mantequilla
Un litro y medio de caldo
4 rebanadas de pan de pueblo
2 cucharadas de harina
125 ml de vino blanco
100 g de queso rallado tipo emmental
Sal

  • Pelamos y cortamos las cebollas en brunoise (juliana muy fina) y las ponemos a pochar en una cazuela con el aceite de oliva y la mantequilla y una pizca de sal y dejamos que se haga a fuego muy bajo hasta que la cebolla quede transparente y blanda pero sin que coja color.
  • Cuando ya esté, espolvoreamos la harina y removemos con cuidado para mezclarla bien. Añadimos el vino blanco y dejamos que dé un hervor de un par de minutos.
  • Agregamos despacio el caldo, moviendo para mezclarlo bien, comprobamos de sal y dejamos unos 20 minutos a fuego muy suave y vigilando para que no se pegue.
  • Mientras, tostamos las rebanadas de pan y las colocamos, rompiéndolas ligeramente con la mano, en pequeñas cazuelitas individuales.
  • Cuando la sopa esté lista la vertemos sobre las tostadas, cubrimos con el queso rallado y gratinamos a 220º hasta que el queso tome un bonito color tostado, pero cuidando que no se queme.
  • Servimos muy caliente.

13 de enero de 2016

Conejo con puerros y judiones de La Granja



Esta receta que hoy os propongo es una versión de una de las más típicas de caza: la liebre con judías, afamada delicatessen que hace de este plato uno de los lujos de la temporada en la que puede disponerse de este animal, que suele ir de octubre a diciembre. Y aunque quizá el conejo, al menos el de granja, sea menos sabroso que la liebre también es más tierno y, en todo caso, más fácil de conseguir. Y si le unimos con unos judiones de La Granja y unos puerros el resultado de esta copia tiene muy poco que envidiar al original. Así que vamos a ello.

Ingredientes para cuatro personas
8 paletillas de conejo
600 gr de judiones de la granja
6 puerros
Aceite de oliva
Dos clavos de olor
1/2 cucharadita de pimentón de La Vera
1 cucharada de romero fresco picado
Un diente de ajo
Sal
Pimienta

  • Dejamos en remojo los judiones la noche antes, y cuando nos pongamos a hacerlos los escurrimos bien, los lavamos al chorro del grifo, los ponemos en la olla exprés junto con los clavos de olor y los cubrimos de agua dejando que se hagan unos treinta minutos a partir del momento en que comience a salir el vapor.
  • Mientras, lavamos y cortamos en tres trozos los puerros quitando la capa exterior. Reservamos. Limpiamos de la grasa superficial las paletillas de conejo, las cortamos en dos trozos, las salpimentamos al gusto y las ponemos en una cazuela con un chorro de aceite junto con los puerros y dejamos que se vayan haciendo a fuego muy suave hasta que puerros y paletillas estén tiernos.
  • Cuando podamos abrir la olla añadimos los judiones junto con su caldo a la cazuela donde tenemos las paletillas, mezclamos con cuidado de no desbaratar los puerros, agregamos el romero finamente picado, comprobamos de sal y dejamos dar un hervor.
  • En un sartén con un chorrito de aceite freímos ligeramente el diente de ajo al que habremos dado un golpe para aplastarlo, añadimos el pimentón fuera del fuego para que no se queme y agregamos este sofrito a la cazuela. Esperamos un par de minutos antes de apagar el fuego y dejamos reposar antes de servir.