7 de febrero de 2012

Drácula (de Coppola)

F. F. Coppola
Si hablamos de cine y su relación con la comida, no cabe duda de que las películas de vampiros pueden considerarse dentro del género… Vaya, al menos, mordiscos sí hay. No en esas memeces light para adolescentes que se hacen ahora, claro, pero… ¿qué tal un Drácula tan famoso y, teóricamente, suculento como el de Mr. Coppola? Pues vamos a ello: se ha dicho con insistencia y hasta la saciedad que esta es la adaptación más fiel de la novela de Bram Stoker, e incluso el título original de la película (Bram Stoker's Dracula) incide en esa pretensión. Vale, pero no. Partamos del hecho bien sabido de que prácticamente a todas las adaptaciones de obras literarias al cine puede aplicárseles aquel dicho italiano sobre los traductores y los traidores, lo que es lógico, ya que los lenguaje narrativos de la literatura y el cine son, claro, bien distintos. Pero puesto que fiándose, creo, más de la publicidad promocional de la película que de la lectura del libro de Stoker, se insiste tanto en esa fidelidad como un valor adicional del filme, convendría aclarar que en realidad (en el fondo, es decir, en el espíritu de la obra) es la adaptación más engañosa. Me explico. El Drácula de Stoker es la encarnación del Mal en un sentido moral y hasta metafísico visto, desde luego, con una óptica enteramente influida por la visión cristiana de ese concepto, (pero eso es otra cosa de la que este no es el sitio para hablar). Y lo que la novela de Stoker narra bajo la forma de un relato que hoy llamamos de género gótico, no es sino la eterna lucha entre el Bien y ese Mal que aquí (en la novela) toma la forma de una de las pesadillas recurrentes de la humanidad: qué hay después de la muerte y el miedo (tan cristiano, también, sí) a ese después. Así que cuando el guionista James V. Hart convierte todo ese tinglado en una desaforada historia de amor (muy made in Hollywood, claro, donde los resultados contables están siempre por encima de cualquier sutileza filosófica, como demuestra el hecho de que el invento fue uno de los mayores éxitos económicos de su director, cuyos beneficios, por cierto, le dieron para comprarse un castillo y unos extensos viñedos), cuando Hart, decía, transforma todo eso en la historia que nos venden como Bram Stoker's Dracula, está traduciendo-traicionando la obra original, trocando un conflicto moral y quasi teológico en una adocenada y almibarada historia de amores contrariados… y esto no es un juicio de valor, sino un hecho perfectamente objetivo. Se ha hablado de lo acertado del prólogo, y por supuesto, convengo en que es espectacular (aparatoso, diría yo más bien, y en exceso romántico) y además una excelente excusa para justificar toda la posterior reducción del libro a una historia de amor desmedido, con cruces de océanos de tiempo, etc… Pero para quien no haya leído el libro, estaría bien recordar que la decisión del conde Drácula de viajar a Inglaterra no se explica en la novela, y desde luego nada tiene que ver con la búsqueda de un amor perdido y reencarnado ahora… Claro que Hart es un astuto guionista, autor de cosas tan interesantes como Hook (El capitán Garfio, Steven Spielberg 1991) o Lara Croft Tomb Raider: The Cradle of Life (Lara Croft Tomb Raider 2: La cuna de la vida, Jan de Bont 2003), y de hecho, yo creo que ese prólogo es lo mejor de la función… aunque luego las imágenes sean más de Kurosawa que de Coppola. 
En realidad nada de todo esto tendría importancia si no se utilizara como ejemplo de las supuestas bondades de la película, olvidando sus muchos defectos, su barato efectismo y su descarado enfoque mercantilista, empezando por un reparto tan flojo como comercial al que se añadió la guinda de qualité de Anthony Hopkins, aunque luego este haya llevado su interpretación del doctor Van Helsing hasta la parodia, seguramente para estar a la altura del histrionismo y los excesos de Gary Oldman del que como ejemplo elogioso se dice que tardaban cinco horas en maquillarle. (Sin comentarios). De los demás, Keanu Reeves sigue siendo uno de los actores más inexpresivos de su generación, y Winona Ryder, aparte de su palmito, poco más es capaz de aportar… La decisión de rodar toda la película en estudio, otro de los supuestos méritos del filme, estuvo motivada por la necesidad de economizar en gastos de producción, aunque siempre es posible echar mano del homenaje a los viejos tiempos para justificar lo que sea necesario (recuerden: Coppola se encontraba en muy mala situación económica tras los fracasos comerciales de sus últimas películas y en Columbia Pictures se negaron a invertir los 60 millones de dólares que Coppola estimaba necesarios). Los efectos especiales, también muy elogiados, son bastante simplones y ya muy caducos, reconozcámoslo. Sí estoy de acuerdo con lo que algún crítico, queriendo hacer un elogio ha dicho: esa enfermiza atmósfera (que por otra parte en más de una ocasión roza la estética del videoclip) es absolutamente imposible. Absolutamente cierto... Otra de las secuencias más alabadas es la de las vampiresas, a propósito de lo cual se dice que Coppola pretendía que aparecieran completamente desnudas, a lo que en la Columbia, claro, se negaron, con el resultado de que el apaño ha terminado siendo lo más parecido a una sesión de barato cine porno, más sonrojante que excitante. No hablemos de estructura narrativa, de exploración del lenguaje cinematográfico o de indagación en la psicología de los personajes: nada de eso importa en esta película, claramente ideada como vehículo de recaudación… donde lo único que parece importar son las formas, cuanto más aparatosas mejor venga o no a cuento, eso que se ha dado en calificar como estilo operático y que imagino que se refiere al parecido de la escenografía (¿o debería decir mise-en-scène?) con una ópera. Sí, claro que el ritmo de la película es trepidante, ni más faltara con un director como Coppola y un buen equipo en la sala de montaje…
Vale, por supuesto que nada de malo hay en hacer un filme comercial. Siempre, eso sí, que no se nos venda como oro lo que sólo es oropel.
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Ficha:
Título original: Bram Stoker' Dracula
Año de producción: 1992
Duración: 130 min.            
País:  USA
Director: Francis Ford Coppola
Guión: James V. Har
Música:  Wojciech Kilar
Fotografía: Michael Ballhaus
Reparto: Gary Oldman, Anthony Hopkins, 
                 Winona Ryder, Keanu Reeves, 
                 Cary Elwes, Monica Bellucci, 
                 Sadie Frost, Tom Waits, 
                 Bill Campbell, Richard E. Grant
Género:  Terror, fantástico