12 de septiembre de 2012

Crema de guisantes con nido de panceta ahumada

Yo quería preparar una crema de guisantes, pero siempre he tenido  la impresión de que este es un plato un poco… soso (confieso que los guisantes no son mi legumbre preferida…) y además, pensé,  seguro que habrá ya cientos de recetas…  
Así que decidí mirar un poco  en internet, por aquello de ver qué hacía el personal en estos casos. Bueno, no hay cientos de recetas, claro. Hay millones. Google ofrece sólo 731.000 resultados en español, pero 9.290.000 en francés (crème de pois) y ¡39.000.000! en inglés (pea cream.) Eso fue definitivo: concluí que estábamos en franca desventaja  y que había que hacer algo de inmediato. Además, resulta que los guisantes aportan mucha fibra, minerales (potasio, fósforo, hierro, magnesio, manganeso…) y son ricos en proteína vegetal así como en vitaminas (A, C, B1 y B2.) La dificultad está en idear una receta que se salga un poco de los caminos trillados, y aunque no sé si lo he conseguido, he aquí mi propuesta de una muy rica crema de guisantes a la que el clavo y la menta proporcionan un toque muy especial, con el acabado del nido de panceta como guinda final. Los guisantes pueden ser congelados, pero elija una marca de calidad.
Ingredientes para cuatro personas
500 gr de guisantes
2 puerros
1-1/2  l de caldo de pollo
200 gr de panceta ahumada en lonchas finas
2 huevos de codorniz
Unas ramitas de menta
6 clavos de olor
Sal
Aceite de oliva

Cocemos los huevos de codorniz y los pelamos. Reservamos. Ponemos a hervir  en el caldo los guisante junto con los puerros y los clavos de olor más una cucharada de menta picada. Ocho o diez minutos serán suficientes. Salamos ligeramente porque el caldo ya llevará sal. Cuando ya estén, colamos y trituramos todo con la batidora hasta conseguir una crema fina que pasaremos por el chino o por un colador, añadiendo un poco del caldo de la cocción hasta alcanzar la consistencia deseada. No debe de quedar muy espesa. Comprobamos de sal y reservamos al calor sin dejar que hierva. Cortamos en tiras finas, como de medio centímetro, las lonchas de panceta y las freímos con una pizca de aceite hasta que queden crujientes (pero no carbonizadas, ojo)  y las escurrimos bien en papel absorbente.   
En un plato hondo ponemos la crema y colocamos en el centro una cucharada de las tiras de panceta en forma de nido (vamos, vamos, si los gorriones saben hacerlo usted también tiene que ser capaz…) y sobre ellas medio huevo de codorniz. Espolvoreamos alrededor con menta picada… y ya está.  (Le sobrará caldo, pero congélelo, que es muy bueno para hacer una sopa cualquier otro día)