30 de enero de 2015

Pasta gratinada con salsa de tomate y gambas

La siempre socorrida, rica y nutritiva pasta no sólo es un recurso al que siempre se puede echar mano, sino un aliciente para con pocos ingredientes y sin complicarse mucho la vida conseguir un plato en verdad apetitoso. El gratinado es una opción que suele tacharse de excesivamente calórica por aquello de que la bechamel lleva mantequilla, harina, leche, queso... Sin embargo es posible hacer una bechamel más ligera eliminando la mantequilla y sustituyendo la leche por algún caldo que combine bien con el resto de ingredientes. Por ejemplo, en esta receta que hoy os invito a preparar, he utilizado el caldo resultante de cocer las gambas consiguiendo así, además, un plus añadido de sabor que enriquece y transforma un sencillo plato de pasta con tomate en algo realmente gustoso. Para mayor ligereza tampoco he puesto queso en el gratinado, aunque si se quiere puede usarse, claro está. .El tipo de pasta que yo he empleado es el conocido como conchiglie, o caracolas, pero puede utilizarse la que tengamos en casa, preferiblemente pasta corta, como macarrones, espirales, farfalle... (Y tampoco pasa nada si echamos mano de unos espaguetis o cualquier otra pasta larga.)

Ingredientes para cuatro personas
500 gr de pasta corta (caracolas, macarrones, espirales, farfalle...)
1 1/2 kg de tomates maduros
250 gr de cebollitas francesas
Dos puerros
200 gr de gambas
Dos dientes de ajo
Dos cucharadas de harina
El caldo de cocer las gambas
Sal
Pimienta
Orégano
Nuez moscada
Aceite de oliva

  • Comenzamos preparando la salsa de tomate según se explica aquí y reservándola.
  • Ponemos agua en una cazuela, salamos, y cuando rompa a hervir añadimos las  gambas peladas, apagamos el fuego y dejamos tres o cuatro minutos. Retiramos y reservamos.
  • En ese mismo agua, ponemos las cabezas y pieles de las gambas y dejamos que hiervan otros cuatro o cinco minutos, desespumando de vez en cuando. Colamos y reservamos.
  • Lavamos bien los puerros, quitamos la primera capa, (pero conservamos un buen trozo de la parte verde) los picamos en brunoise (juliana muy fina) y los pochamos, a fuego muy suave, en una sartén con una pizca de aceite y un poco de sal hasta que estén blandos. Cuidado, no deben coger color. Escurrimos el exceso de aceite y reservamos.
  • Cocemos la pasta en abundante agua con sal siguiendo las instrucciones del fabricante, y cuando ya esté, la escurrimos y la mezclamos con la salsa de tomate, las gambas y una cucharada de orégano, en una fuente para horno. Reservamos.
  • En la misma sartén donde hemos pochado los puerros tostamos ligeramente la harina cuidando que no se queme. Añadimos el pochado, mezclamos bien y vamos añadiendo el caldo de cocer las gambas según nos lo vaya pidiendo la salsa, dejando hacer a fuego muy suave y removiendo bien para que no se hagan grumos. Debemos conseguir una salsa no demasiado espesa.
  • Controlamos de sal, añadimos la pimienta y nuez moscada al gusto y vertemos sobre la pasta.
  • Llevamos al horno con sólo el gratinador encendido y dejamos hasta que coja un bonito color tostado.
  • Servimos y disfrutamos de este rico plato de pasta.
 
 

28 de enero de 2015

Patatas guisadas con bacalao

Pocas recetas tan sencillas como esta, y pocas recetas tan suculentas con tan pocos ingredientes. Plato tradicional en los días de vigilia cuaresmal, (días de ayuno y abstinencia) cuando la Iglesia prohibía comer carne para hacer penitencia por, ay, nuestros pecados. Recuerdo, eso sí, que podían comprarse las famosas bulas que permitían saltarse el precepto de la abstinencia y ponerse ciego de cordero: vamos que Nuestra Santa Madre tenía muy claro que todo era vendible, incluso los castigos, de los que naturalmente se libraban los más pudientes... (aquí pueden ver un documento, que me atrevo a calificar de alucinógeno y  estupefaciente,  que hace referencia a este precepto católico del ayuno y la abstinencia.) Pero volvamos a lo nuestro, que me pongo a divagar y con estas cosas se me enciende el pelo, y aquí lo único que hay que encender es el fogón. En alguna página de consejos y trucos de cocina y en más de un blog de recetas he leído que se puede utilizar bacalao de inferior calidad para este plato, aunque yo aconsejo usar un buen corte de lomo. El resultado es notoriamente superior. Y vamos a ello.

Ingredientes para cuatro personas
Cuatro patatas medianas
400 gr de bacalao
1 1/2 l de caldo de pescado o de verduras (sobrará)
Dos puerros
Un pimiento verde
Dos dientes de ajo
Dos hojas de laurel
Un vaso de vino blanco.
Sal
1/2 cucharadita de pimentón
Aceite de oliva

  • Desalamos el bacalao con tiempo suficiente. Vea aquí una manera de hacerlo.
  • A la hora de ponernos a cocinar, escurrimos bien el bacalao y lo reservamos.
  • Pelamos las patatas y las cortamos, rompiéndolas,  en trozos no muy grandes y lavamos y troceamos los puerros y el pimiento.
  • En una olla con un poco de aceite, y a fuego suave, pochamos todas las verduras, salándolas con precaución: el bacalao siempre llevará algo de sal.
  • Cuando el puerro comience a coger color (cuidado, porque se hace enseguida) añadimos el pimentón, las hojas de laurel y los ajos pelados, enteros pero ligeramente golpeados. Removemos bien, regamos con el vino y dejamos reducir.
  • Agregamos el caldo hirviendo, justo para cubrir las verduras y, siempre a fuego suave, dejamos hasta que las patatas estén tiernas, cuidando que no se queden sin caldo. Si es necesario vamos añadiendo un poco más, pero siempre hirviendo.
  • Añadimos entonces el bacalao cortado en trozos del mismo tamaño que las patatas, esperamos ocho o diez minutos más y apagamos el fuego, dejando reposar un rato antes de servir.

26 de enero de 2015

Magras de ibérico en estofado

Dado la mala fama que incomprensiblemente tiene la carne de cerdo, a la que se acusa de tener mucha grasa, conviene recordar que, antes por el contrario, es una de las carnes más saludables y que dentro de una dieta sana e inteligente (comer de todo sin abusar de nada) debería ocupar un lugar destacado. Así por ejemplo, en los cortes magros como el lomo o el solomillo las grasas no superan el 3,5 %, y hay que destacar el contenido en ácidos grasos monoinsaturados, sí los mismos del tan alabado, y con razón, aceite de oliva. La carne de cerdo es también fuente de vitaminas del grupo B, (B1 y B12, sobre todo) así como de hierro y de zinc. Así que dejémonos de tópicos infundados y vamos a disfrutar de un rico y reconfortante plato de estofado, que por estos lares y en estos días buena falta nos hace. Y si su bolsillo se lo permite, utilice para esta receta carne de cerdo ibérico, cuyo única pega es, ay, su precio. Un último consejo: sirva este estofado después de unas verduras a la plancha o una ensalada a su gusto y tendrá una comida completa, rica y saludable. (Y no se olvide del pan para mojar...)

Ingredientes para cuatro personas
800 gr de carne magra de cerdo ibérico
Dos tomates
Una cebolla
Dos puerros
Dos zanahorias
Un vaso de vino blanco
1 l de caldo de verduras
Dos dientes de ajo
Dos clavos de olor
Dos hojas de laurel
1/2 cucharadita de pimentón
Una cucharadita de orégano
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

  • Limpiamos la carne de la grasa superficial que pudiera tener y la cortamos en dados no muy gruesos. Salpimentamos al gusto, la rociamos con un chorrito de aceite de oliva, añadimos el orégano, removemos para que se mezcle bien y dejamos reposar un par de horas.
  • En una sartén ligeramente engrasada vamos sellando los trozos de carne y los pasamos a la olla exprés.
  • Lavamos, pelamos y troceamos todas las verduras y las añadimos a la olla junto con la carne. Llevamos al fuego, regamos con el vino y dejamos reducir removiendo bien. Agregamos los clavos de olor, el laurel, el pimentón y los ajos enteros pero pelados y ligeramente golpeados. Añadimos el caldo de verduras, pero sólo justo para cubrir todo y salamos con cuidado.
  • Cerramos la olla y dejamos que se haga unos quince o veinte minutos desde que comience a salir el vapor. (De todas formas, fíese de su propia experiencia con el tiempo de su olla exprés.)
  • Dejamos despresurizar la olla, destapamos y comprobamos de sal, rectificando si hace falta. En ese caso dejamos que dé un ligero hervor.
  • Retiramos la carne y la reservamos al calor.
  • Trituramos las verduras hasta conseguir una salsa cremosa, añadiendo el caldo necesario para obtener la consistencia que prefiramos.
  • Mezclamos la carne con  esta salsa, damos un ligero hervor y servimos. Buen provecho.

23 de enero de 2015

Sopa improvisada

Uno de los aspectos de la cocina (del cocinar, digamos) que a mí más me fascinan es la posibilidad de dejarse llevar por la imaginación: improvisar con lo que se tenga en la nevera-despensa y a ver qué pasa. Claro que es un juego peligroso este, porque como dicen los informáticos, cuando no saben qué pasará con los datos que manejan, los resultados pueden ser impredecibles. Pero si se tiene un poco de cuidado y no se dedica uno a imitar a, pongamos, Ferran Adrià, si no se juntan lechugas con melocotones en almíbar (... aunque quién sabe, ¿verdad?) entonces se puede uno llevar muy agradables sorpresas. Como esta sopa totalmente improvisada cuando intentaba yo convencer a mi muy querido amigo Joanmanel, una especie de Mafalda con barba, (digo, por aquello del odio a la sopa) de que exagera al decir que la sopa es sólo agua con algo dentro. No estoy seguro de haber conseguido convencerle, porque me temo que el síndrome de Mafalda no tiene cura, pero el resultado del experimento fue más que satisfactorio, como aquí puede verse. Y sin tener que salir a comprar.

Ingredientes para cuatro personas
Dos cebollas
Cuatro tomates maduros
Ocho champiñones (o cuatro gírgolas grandes)
75 gr de picadillo de jamón
Dos dientes de ajo
Cuatro rebanadas de pan de pueblo
Dos huevos
Sal
Aceite de oliva
Dos hojas de laurel
Dos clavos de olor

  • En una olla ponemos la medida de cuatro cuencos de agua en los que vayamos a servir la sopa, añadiendo algo más para compensar la evaporación. Añadimos el picadillo de jamón y las hojas de laurel y dejamos hervir a fuego lento.
  • Pelamos las cebollas y las rallamos. (Puede evitarse el llanto si las hemos tenido en el frigorífico.)
  • Lavamos los tomates y los rallamos también, uniéndolos a las cebollas.
  • Pelamos los ajos y los rallamos. Añadimos a la mezcla anterior.
  • Lavamos los champiñones (o las gírgolas) y los picamos en juliana fina.
  • En una sartén con una pizca de aceite de oliva pochamos a fuego suave la mezcla de cebollas, tomates y ajos, a la que añadimos los dos clavos de olor, hasta que haya reducido bastante. Añadimos entonces los hongos, salamos ligeramente y dejamos otros cinco  minutos.
  • Añadimos esta mezcla a la olla donde tenemos el caldo, dejando que de un hervor.
  • Tostamos las rebanadas de pan, y recortamos la corteza que reservaremos.
  • Añadimos a la olla los dos huevos batidos, removiendo bien para que se formen hebras, dejamos hacer un par de minutos y apagamos el fuego.
  • Ponemos las tostadas troceadas en los cuencos donde vayamos a servir la sopa y vertemos sobre ellos nuestro caldo. Añadimos las cortezas tostadas finamente picadas, a modo de picatostes, servimos, y a disfrutar.

 
 

21 de enero de 2015

Siete menús ligeros

Aunque ya hace algunas semanas que pasaron las benditas fiestas navideñas, seguro que no vendrá mal seguir un poco más de tiempo cuidando nuestro maltrecho estómago. Estos siete menús ligeros son ideales para ello: sanos, nutritivos, fáciles de preparar y con todos los alicientes para alegrar el cuerpo y el espíritu. Puede acabar cada menú con un postre de fruta de temporada a su gusto. Publicadas anteriormente en La Gastrocinemia, a las recetas se accede, naturalmente, a través de los correspondientes enlaces. 


Menú número 1:
                                                           
Alcachofas con gambas y champiñones           Bacalao con salsa de tomate al brandy                                                                                                y pimientos del piquillo 

Menú número 2:



 Arroz con brócoli                                                   Filetes de trucha al horno
                                               
Menú número 3:                                                        
 

Crema de coliflor con queso y frutos secos     Gallo al horno con verduras

Menú número 4:

Puerros en su salsa asados en papillote             Dorada  a las tres especias

Menú número 5: 


Ensalada de aguacate y brie con virutas           Salmón con salsa de cebolla al cava 
de ibérico

Menú número 6:




Crema de lentejas con setas                             Colas de rape con langostinos y salsa
                                                                                 de tomate al estragón

Menú número 7:
 


Berenjenas con hinojo y cebolla                        Lomos de merluza al horno con setas