30 de octubre de 2013

Berenjenas con sepia

La sepia es uno de esos ingredientes que por lo general hacemos a la plancha, ya que su rápido tiempo de cocción la hace muy adecuada para este tipo de preparación que además respeta su sabor. Pero lo cierto es que la sepia es también muy adecuada para guisos y estofados, aparte de su invaluable aporte a los arroces y paellas. Por su parte, la berenjena, a la que casi siempre condenamos al relleno, puede utilizarse también guisada junto con otras verduras. Su pulpa esponjosa apenas necesita un hervor, por lo que (a lo que íbamos) resulta una buena compañía para la sepia, a la que no debemos hacer durante más de tres minutos o se nos quedará dura y gomosa. De todas formas, elegiremos sepias pequeñas que son las que necesitan menos tiempo de cocción. Cuidado: recuerde que la sepia es rica en sodio y colesterol, si usted tiene algún problema con uno u otro, tenga esto en cuenta.

Ingredientes para cuatro personas
Cuatro sepias pequeñas
Dos berenjenas
Dos tomates
Dos cebolletas
Dos dientes de ajo
Dos o tres hojas de laurel
Unas ramitas de perejil
500 cl  de caldo de pescado
Sal
1/2 cucharadita de pimentón dulce
Aceite de oliva

  • Lavamos bien las berenjenas, las secamos y las troceamos. (Para quitar el sabor ligeramente amargo que suelen tener, las salamos abundantemente y las dejamos escurrir durante una media hora. Las lavamos después al grifo para eliminar el exceso de sal y ya las tenemos listas para cocinarlas.) Reservamos.
  • Limpiamos, lavamos y troceamos la sepia. Reservamos.
  • Pelamos la cebolleta, la cortamos en juliana y la pochamos en una cazuela con un chorro de aceite y una pizca de sal. A media cocción añadimos los ajos pelados y picados en fino, el tomate pelado y troceado y cocemos unos minutos más hasta que la cebolleta esté blanda.
  • Retiramos el exceso de aceite, agregamos las berenjenas, la sepia, las hojas de laurel y el pimentón y rehogamos un par de minutos.
  • Regamos con el caldo justo para cubrir, comprobamos de sal y dejamos hasta que veamos que la sepia está tierna, pero recuerde que no debe hervir más de tres o cuatro minutos.
  • Servimos con un poco de perejil picado por encima.

28 de octubre de 2013

Muslitos de pollo asados al aroma de limón y cilantro

Los muslos de pollo son una buena opción, relativamente barata además, para preparar un plato muy apetitoso y nutritivo. Y puesto que asarlo es una de las formas tradicionales de hacer el pollo, vamos a seguir hoy la tradición. Intentaremos conseguir muslos de pollo de corral, de carne más sabrosa que los insípidos pollo de producción industrial. Los haremos a fuego un poco más lento de lo habitual, con lo cual conseguiremos que nos queden más jugosos y con su carne bien impregnada de los aromas del limón y el cilantro con los que vamos a sazonarlos. Pueden servirse acompañados de un arroz blanco y unos tomatitos cherry, como aquí, o con cualquier guarnición de verduras al vapor ,por ejemplo.


Ingredientes para cuatro personas
8 - 12 muslitos de pollo de corral, según tamaño y/o "saque" de sus comensales
Un limón
Dos cucharadas de cilantro picado
Media cucharadita de pimienta negra en grano
Dos dientes de ajo
Un vaso de vino blanco

  • Limpiamos bien los muslos, quitándoles la piel y los restos de grasa que pudieran tener. Salpimentamos y los ponemos en una fuente para horno.
  • En el mortero trituramos los dos dientes de ajo pelados, el cilantro picado y los granos de pimienta. Añadimos el vaso de vino y mezclamos bien.
  • Lavamos muy bien el limón y rallamos la piel cuidando de no llegar a la parte blanca, que es amarga.
  • Regamos los mulos de pollo con la mezcla del mortero, añadimos la piel rallada del limón y dejamos marinar una media hora.
  • Llevamos entonces al horno que habremos precalentado a 160º y dejaremos que se vayan asando, dando vuelta a los muslitos de vez en cuando, hasta que estén hechos. (Ya sabe, el tiempo dependerá de su horno así como de la calidad de la carne. Vigile para que no se quemen. Si se consumiera el jugo de la salsa, podemos añadir un poco más de vino.)
  • Cuando ya estén, colamos la salsa y dejamos reducir en un cazo durante unos minutos a fuego suave.
  • Para servir, salseamos el plato y sobre la salsa ponemos los muslitos. Acompañar con la guarnición deseada.

25 de octubre de 2013

Calabaza asada


Una forma sencilla y rápida de preparar ese lujo del otoño que es la calabaza. Asada conserva todo su sabor y el deje ligeramente dulce queda compensado con el aroma de las especias con las que vamos a aromatizarla. Solución ideal para una original guarnición que igual puede acompañar un plato de pescado como servir de excelente aperitivo con una cerveza cuyo sabor amargo contrasta con el dulzor de la calabaza. Sólo hay que cuidar que nos quede al dente, por lo que el tiempo de cocción, dependiendo siempre del tipo de calabaza, será muy corto.

Ingredientes
500 gr de calabaza pelada y limpia
100 ml de vino blanco
100 ml de brandi
Cuatro vainas de cardamomo
Tres clavos de olor
1/2 cucharadita de pimienta negra en grano
Una pizca de sal
  • Una vez pelada y limpia la calabaza, la cortamos en bastoncillos de un centímetro (más o menos) de grosor, los salamos ligeramente y los ponemos en una recipiente que pueda ir tapado al horno.
  • Añadimos las especias, (las vainas de cardamomo las pondremos enteras) regamos con el vino y el brandi y llevamos al horno, que habremos precalentado a unos 190º.
  • Controle el punto de cocción, pero no debería dejarlo más de diez minutos, recuerde que la calabaza debe quedar al dente.
  • Puede servirse fría o caliente. (Y está igual de rica en ambos casos.)


23 de octubre de 2013

Judías blancas con chorizo

No sé quién es el autor de la frase "todo aquello por lo que vale la pena vivir, o es pecado o engorda", pero seguro que cuando la dijo no estaba tan de moda el colesterol como ahora, porque si no hubiera añadido "y además sube el colesterol." En fin, que todo esto viene a cuento porque la receta que hoy os propongo no sólo engorda y seguramente sube el colesterol, sino que además está tan buena que seguro, seguro, que es pecado. Pero la vida es un ratito y no hay que negarse nada,  como sabiamente dice mi admirada Clara de Los antojos de Clara, un estupendo blog que os invito a visitar y a deleitaros con él. Así que vamos a olvidar penas y a darnos un fastuoso capricho con estas judías blancas preparadas al más tradicional estilo, incluso guisadas en olla a fuego lento, nada de ollas rápidas o exprés. (Digresión sobre ese acto aparentemente irracional  que se llama “asustar” a las judías,  y que consiste en romper el primer hervor con agua fría. La razón es, según parece,  para evitar que la piel se rompa. Según los expertos el número de veces que hay que asustar a las judías depende de lo secas que estén, es decir de la antiguas que sean. A más vejez más veces hay que cortar el hervor: hasta tres veces en los casos más extremos . En todo caso, y teniendo eso en cuenta, decida usted mismo el número de sustos que dará a sus judías.) Y ahora, a disfrutarlas, que vale la pena.

Ingredientes para cuatro personas
500 gr de judías blancas
100 gr de chorizo ibérico de calidad
100 gr de panceta ahumada
Una cebolla
Una patata grandecita
Dos dientes de ajo
Dos hojas de laurel
Aceite de oliva
Sal

  • Ponemos las judías en remojo la noche de antes, y cuando vayamos a prepararlas las escurrimos bien y las lavamos al chorro del grifo. Dejamos que escurran.
  • En una olla con un chorro de aceite de oliva ponemos los ajos pelados pero enteros, la cebolla troceada en octavos y las judías. Cubrimos con agua y cuando comiencen a hervir añadimos un poco de agua fría para romper el hervor. (Ver cometario en el preámbulo de la receta.)
  • Bajamos el fuego a potencia media y dejamos que se hagan hasta que estén tiernas, lo que dependerá de la calidad de las judías, sobre todo. Calcule una hora y media, más o menos. (Vigile, y si es necesario añada algo de agua a lo largo de la cocción.)
  • Cuando falte una media hora, añadimos el chorizo cortado en trozos,  la panceta también troceada, la patata pelada y así mismo en trozos y las hojas de laurel. Salamos ahora con cuidado, el chorizo suele llevar bastante sal.
  • Dejamos que acabe de cocerse y cuando ya estén tiernas, comprobamos de sal, apagamos el fuego y dejamos reposar unos minutos antes de servir. (Se puede engordar un poco el caldo, si ha quedado muy claro, triturando con un tenedor un par de cucharadas de judias, agregándolas a la olla y dejando que de un hervor.)

  

21 de octubre de 2013

Conejo en salsa

Hoy vamos a preparar un suculento guiso de conejo. Le dejaremos cocinarse a fuego muy lento para que se impregne bien del aroma de los ingredientes que le acompañan. Sin embargo no será mucho tiempo el que necesitemos, ya que el conejo es una carne normalmente tierna y que se hace enseguida, sobre todo si se trata de un animal criado en granja pues el de caza resulta algo más duro. Para su cocción usaremos una mezcla de vino blanco, preferiblemente ribeiro, y una infusión de semillas de cilantro, pimienta negra y clavo de olor. Y ya sólo recordar que la carne de conejo  es rica en ácidos grasos que la hace muy adecuada para luchar contra el colesterol, que es una de las carnes con menor contenido en grasa y que al ser una carne magra es fácil de digerir.

Ingredientes para cuatro personas
Un conejo troceado
Una cebolla grandecita
250 ml de vino blanco de ribeiro
250 ml de agua
Un chorro de brandi
Dos dientes de ajo
Una cucharadita de semillas de cilantro
1/2 cucharadita de pimienta negra en grano
4 clavos de olor
Una cucharadita de tomillo
Dos o tres hojas de laurel
Aceite de oliva
Sal

  • Ponemos en un cazo el agua, las semillas de cilantro, la pimienta y los clavos de olor y lo ponemos a fuego muy bajo. Cuando empiece a hervir retiramos y reservamos en infusión hasta el momento de usarlo.
  • En una cazuela con un chorro de aceite doramos los ajos pelados y cortados en cuatro o cinco trozos y los retiramos cuando empiecen a tomar color. Reservamos.
  • Salpimentamos la carne y la doramos bien por todos lados en el aceite de freír los ajos. Retiramos y reservamos.
  • En ese mismo aceite pochamos la cebolla a fuego lento con, una pizca de sal, hasta que esté blanda pero sin que coja color. Retiramos y escurrimos bien del aceite sobrante.
  • Ponemos ahora juntos el conejo,  la cebolla y los ajos y lo regamos con el brandi. Dejamos que de un hervor hasta que reduzca completamente.
  • Añadimos el vino blanco y la infusión, colada, a partes iguales justo para cubrir el guiso y dejamos hacer a fuego lento durante unos treinta minutos. El tiempo total dependerá de la calidad de la carne y de la potencia del fuego. Si redujera mucho el caldo añadimos un poco más de vino e infusión, siempre a partes iguales.
  • Unos cinco minutos antes de apagar el fuego agregamos las hojas de laurel y la cucharadita de tomillo.
  • Retiramos la carne, que reservaremos al calor, y trituramos la salsa con la batidora. Debe quedar una salsa consistente, así que si nos queda demasiado líquida dejaremos reducir un poco a fuego lento.
  • Para servir, salseamos el plato, colocamos encima  los trozos de carne y los regamos con un poco más de la salsa.

19 de octubre de 2013

Rollitos de lomo ibérico y queso

Estos rollitos son  una variación un poco más ligera de los sanjacobos,  ya que al n o estar rebozados y fritos resultan menos calóricos,  y es un plato que nos aporta las proteínas del queso y de la carne, que en el caso del lomo ibérico son de gran calidad, así como vitaminas del grupo B, hierro y calcio. Es, de todas formas, una receta no apta para dietas de adelgazamiento, así que pase de ella si usted está demasiado pendiente de la báscula. Son muy sencillos de preparar y pueden utilizarse también como tapa para tomar una copa en buena compañía. Conviene servirlos recién hechos, cuando el queso está fundido y cremoso.


Ingredientes para cuatro personas.
12 filetes de lomo ibérico fresco
12 lonchas de queso gouda
Una bolsa de escarola
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

  • Salpimentamos los filetes de lomo y los pasamos, vuelta y vuelta, por la plancha ligeramente untada con aceite de oliva.
  • Retiramos y sobre cada filete colocamos una loncha de queso cortada al tamaño del filete. Enrollamos con cuidado y sujetamos con un palillo para que el rollito se mantenga.
  • Volvemos a pasarlos por la plancha hasta que el queso se funda, moviéndolos para que no se quemen.
  • Servimos inmediatamente, acompañados por la escarola aliñada con un hilo de aceite de oliva y un poco de sal.

17 de octubre de 2013

Arroz caldoso con níscalos


El níscalo es una seta que no todo el mundo encuentra igual de apetecible debido quizá a que la calidad de su carne, densa y compacta si es joven y si es el auténtico lactarius deliciosus, puede variar debido a circunstancias tales como el terreno donde crece, a que se confunda con especies muy parecidas... o a que se aprovechan ejemplares "viejos"  o que estuvieron parasitados. Al níscalo, eso sí, hay que darle una cocción adecuada pues en caso contrario puede conserva un característico regustillo amargo. Al comprarlo (dando por supuesto que no todo el mundo va a buscarlo al campo) debemos cuidar que estén enteros, sin golpes ni humedad  y que su color sea uniforme y sin manchas, teniendo en cuenta que el níscalo "viejo" es más grande y tiene esas características manchas verdes bajo el sombrero.  Si es de calidad, el níscalo es una seta realmente deliciosa como su nombre indica y apta para maridar, como se dice ahora, con guisos o hecho simplemente a la plancha. Hoy la utilizaremos como acompañan te de un rico y sencillo arroz caldoso, apto incluso para vegetarianos.

Ingredientes para cuatro personas
300 gr de arroz
300 gr de níscalos
Una cebolla
Dos dientes de ajo
Dos hojas de laurel
Un ramillete de perejil
1 l de caldo de verduras
Un chorrito de vino blanco
Sal
Aceite de oliva

  • Pelamos la cebolla y los ajos, los picamos en juliana fina y los pochamos, a fuego suave, en una cazuela con un chorro de aceite y una pizca de sal.
  • Limpiamos los níscalos y los troceamos. Reservamos.
  • Retiramos el exceso de aceite de pochar la cebolla y añadimos el arroz, rehogamos unos minutos y regamos con el vino blanco. Dejamos reducir y agregamos los níscalos, las hojas de laurel y el caldo hirviendo y salamos con cuidado. (La cantidad de caldo será unas tres veces la cantidad de arroz.)
  • Dejamos hacer cociendo a fuego suave hasta que el arroz esté blando. Probamos de sal y rectificamos si hace falta. No debe quedar excesivamente seco, así que si es necesario añadimos algo más de caldo.
  • Servimos con un poco de perejil  picado por encima.

15 de octubre de 2013

Jarretes de cordero al chilindrón

El jarrete es la parte alta y magra que va de la pantorrilla a la corva en las patas de los cuadrúpedos, según definición encontrada en la Red. Es una pieza de carne poco conocida, aunque parece que los jarretes de vacuno están de moda en los restaurantes madrileños más à la page (como se decía antes, ahora con la anglofilia que nos invade creo que se dice fashion.) En cualquier caso es una carne muy rica y  sabrosa cuyo único inconveniente es que necesita una cocción larga, algo que podemos resolver con la olla exprés. En el caso de los jarretes de cordero son además relativamente baratos, lo que los hace aún más atractivos. Son, eso sí, muy pequeños y con bastante hueso, así que se necesitan al menos un par de ellos por persona. La mejor forma de prepararlos, para mi gusto, es estofándolos, aunque asados también están muy ricos. Hoy los vamos a preparar al chilindrón, esa receta típica de Aragón, Navarra y el País Vasco. Muy fácil de hacer y absolutamente recomendable por lo suntuoso del resultado.

Ingredientes para cuatro personas
8 jarretes de cordero
2 cebollas
1 pimiento verde
2 tomates
2 o 3 pimientos choriceros
3 dientes de ajo
Una cucharada de tomillo
1 vaso de vino blanco
1 vaso de agua o caldo
Harina
Sal
Pimienta
Aceite de oliva

  • Comenzamos poniendo los pimientos choriceros a remojar con agua tibia. Deben estar al menos media hora y es preferible abrirlos para que se rehidraten bien.
  • Lavamos, pelamos y cortamos en juliana fina las cebollas, los pimientos y los ajos y rallamos el tomate.  Reservamos todo.
  • Salpimentamos los jarretes y los doramos bien a fuego vivo en una sartén con un chorro de aceite. Sacamos y reservamos.
  • En ese mismo aceite pochamos las verduras ligeramente saladas y a fuego suave hasta que estén blandas pero sin que cojan color.
  • Retiramos el exceso de aceite, añadimos el tomate rallado, la cucharada de tomillo y la pulpa de los pimientos choriceros que habremos raspado con una cuchara. Removemos bien y dejamos hacer unos minutos.
  • Ponemos en la olla exprés el sofrito, añadimos los jarretes y regamos con el vino y el agua a partes iguales. Dejamos unos treinta o cuarenta minutos desde que comience a salir el vapor. (El tiempo de cocción depende del tipo de olla, fíese de su experiencia pero recuerde que la carne debe quedar bien tierna.)
  • Dejamos despresurizar la olla, comprobamos de sal y rectificamos si es necesario, dejando en ese caso que de un  ligero hervor.
  • Retiramos la carne y si la salsa ha quedado demasiado líquida (como suele ocurrir con la olla exprés) dejamos reducir a fuego suave hasta conseguir la consistencia de nuestro gusto. No debería de quedar muy líquida.
  • Servimos salseando el plato y con los jarretes encima de la salsa.
 

13 de octubre de 2013

Empanadillas de pollo al baharat

El baharat, también conocido como mezcla de siete especias, es una de esas combinaciones de especias tan típicas de las cocinas árabes del Mediterráneo y el Oriente Medio, como el ras el hanout o el garam masala. Y como en todas ellas las especias empleadas y su proporción en la mezcla dependen de las zonas y aún de la disponibilidad de cada especia. Es muy utilizada para condimentar carnes y también empanadas, como las clásicas fatay. En este caso, es decir, en la receta que viene a continuación, se trata de condimentar una sencillas empanadillas de las de toda la vida, hechas aprovechando unas alitas de pollo que andaban por la nevera y que urgía consumir. Las hornearemos en lugar de freirlas, con lo que quedan más ligeras y apetitosas. Elaborar el baharat es muy sencillo (y hasta gratificante para el olfato) ya que sólo se trata de triturar las especias hasta reducirlas a un fino polvillo. Y si sobra, puede guardarse en un recipiente hermético para otra ocasión.

Ingredientes (saldrán unas 12 - 14 empanadillas)

6 alitas de pollo
Dos cebollas  
Un pimiento verde
Una zanahoria
Dos hojas de laurel
Un paquete de obleas para empanadillas
Una cucharada de baharat
Un huevo
Aceite de oliva
sal

(para el baharat)
1/2 cucharadita de pimienta negra
1/2 cucharadita de pimentón dulce
1/2 cucharadita de cominos
1 cucharadita de vainas de cardamomo
1/2 cucharadita de clavos de olor
1/2 cucharadita de nuez moscada recién rallada
1/2 cucharadita de semillas de cilantro
1/2 cucharadita  de canela

  • Hervimos las alitas de pollo, a fuego lento y durante unos cuarenta y cinco minutos, en una olla con abundante agua, media cebolla en cascos, una zanahoria y un par de hojas de laurel y sal.
  • Retiramos, dejamos enfriar y desmenuzamos la carne de las alitas en trozos no demasiado pequeños desechando las pieles. Reservamos. (Colamos el caldo, que  puede congelarse para utilizarlo cuando sea necesario: una sopa, una paella...)
  • Pelamos el resto de las cebollas y las cortamos en aros y luego en tiras. Lavamos el pimiento le cortamos también en tiras finas.
  • En una sartén con un chorro de aceite pochamos la cebolla y el pimiento, con un poco de sal, a fuego suave hasta que estén blandos pero sin que cojan color.
  • Mientras, preparamos el baharat triturando muy bien las especias en grano (pimienta, cominos, clavo de olor, semillas de cilantro, semillas de cardamomo extraídas de las vainas.) Podemos hacerlo en un mortero o también molerlas con un molinillo de café, por ejemplo. Agregamos las especias en polvo (el pimentón y la canela) y la nuez moscada recién rallada. Mezclamos muy bien y reservamos.
  • Cuando la cebolla y el pimiento ya estén, escurrimos bien el aceite sobrante y mezclamos con la carne de las alitas y rehogamos un par de minutos; comprobamos de sal, añadimos una cucharada de nuestro baharat, removemos y retiramos del fuego.
  • Rellenamos con esta mezcla las obleas y confeccionamos las empanadillas sellando bien los bordes con ayuda de un tenedor y las pintamos con huevo batido.
  • Llevamos al horno que tendremos precalentado a 180º, dejando hasta que la masa esté cocida y tenga un bonito color dorado.
  • Si las servimos acompañadas de una ensalada son una buena solución para una comida de plato único. Si no, son un rico aperitivo, ideal para acompañar una cerveza.


11 de octubre de 2013

Garbanzos con rebozuelos y jamón

Es esta una especie de ensalada tibia que mezcla el sabor contundente de las legumbres con la ligereza y el delicado aroma de los rebozuelos.  Si le añadimos el toque de unos daditos de jamón, nos encontramos con un plato verdaderamente suculento y capaz de hacer las delicias de cualquiera. Es muy sencilla de hacer y el resultado es tan espectacular que resulta difícil resistirse a sus encantos. Por lo que hace a los garbanzos, yo prefiero utilizar las legumbres secas y cocerlas  a la hora de guisarlas, manías, supongo, pero está claro que pueden usarse en conserva si así se prefiere. En este caso lavamos bien al chorro del grifo y damos después un ligero hervor. En cuanto a los rebozuelos darán lo mejor de su sabor si los hacemos salteados, así que vamos a ello.

Ingredientes para cuatro personas
500 gr de garbanzos
300 gr de rebozuelos
150 gr de jamón serrano
Aceite de oliva
Sal
Perejil
Pimienta
Una guindilla
Cuatro clavos de olor
Dos dientes de ajo

  • Si vamos a utilizar garbanzos secos los pondremos en remojo la noche de antes. Cuando nos pongamos a hacerlos los escurrimos y lavamos bien al chorro del grifo. Los ponemos en la olla exprés cubiertos de agua y con los clavos de olor y un poco de sal y los dejamos cuarenta minutos desde que comience a salir el vapor. Dejamos despresurizar la olla, escurrimos bien los garbanzos y reservamos. Si usamos garbanzos en conserva lavamos bien al chorro del grifo y damos luego un ligero hervor (cinco minutos) junto con los clavos de olor. Escurrimos y reservamos.
  • Pelamos los ajos, los cortamos en láminas y los doramos en una sartén con un chorrito de aceite, cuidando que no se quemen. Retiramos y reservamos.
  • En ese mismo aceite añadimos la guindilla, a la que habremos quitado las semilla, cortada en aros. Dejamos un minuto a fuego suave y agregamos  entonces los rebozuelos limpios y troceados si son muy grandes. Salpimentamos al gusto y salteamos unos ocho minutos.
  • Añadimos ahora los garbanzos y los ajos, mezclamos bien y rehogamos juntos un par de minutos. Añadimos el jamón cortado en pequeños dados, apagamos el fuego y dejamos reposar unos minutos.
  • Servimos espolvoreados con un poco de perejil picado.


9 de octubre de 2013

Flan de setas y calabaza

Es sabido que las calabazas y las setas son dos de los regalos gastronómicos del otoño. Y si n o es sabido, sabedlo ahora: son dos de mis debilidades otoñales. Así que a mi, hasta ahora pequeña a pesar de ello, colección de recetas de setas y calabaza (Calabaza rellena de setas y alcachofas y Empanada de otoño) se une hoy este flan al que a punto he estado de llamar flan otoñal. No es, de todas formas, una receta de dulce, aunque el sabor y la textura de la calabaza triturada mezclada con la leche evaporada le confieren un cierto regusto dulzón al que pone un adecuado contrapunto el aroma del cardamomo. Mi idea era preparar un plato que sirviera como entrante, pero después de catarle (está buenísimo, por cierto) casi creo que podría incluirse en la categoría de postres. De cualquier manera vale la pena probarle. Y que cada uno decida como disfrutarle.


Ingredientes
400 gr de calabaza limpia
300 gr de setas variadas
3 huevos
300 cl de leche evaporada
4 vainas de cardamomo
Un chorrito de vino blanco
Sal


  • Quitamos la corteza a la calabaza, la limpiamos de semillas y la cortamos en trozos que envolvemos en un papel de horno para asarla en papillote. (Unos cuarenta minuto con el horno precalentado a 180º)
  • Troceamos las setas y las rehogamos unos minutos en una sartén, hasta que suelten el exceso de agua. Reservamos.
  • Cuando la alabaza esté fría para que pueda manejarse sin quemarse, abrimos el papillote y ponemos la calabaza en el vaso de la batidora, añadimos un poco de sal, los tres huevos y trituramos bien, hasta conseguir una crema suave.
  • En un mortero machacamos las semillas extraídas de las vainas de cardamomo, agregamos un chorrito de vino y lo añadimos al vaso de la batidora, junto con la leche, y batimos de nuevo. Añadimos las setas y mezclamos bien pero ya sin batir.
  • Vertemos ahora toda la mezcla en un molde y lo llevamos al horno que tendremos precalentado a 180º. El tiempo de cocción dependerá, como siempre, de cada horno. Pero unos 45 minutos deberían ser suficientes. En todo caso compruebe pinchando en el centro del flan: si el pincho sale limpio es que ya está.
  • Deje enfriar, desmolde y disfrútelo.


8 de octubre de 2013

El último concierto



Yaron Zilberman
Yaron Zilberman es autor de un documental  (Watermarks , 2004) sobre el club judío Hakoah Viena y su equipo de nadadoras a las que la ocupación nazi de Austria en 1938 obligó a huir. En ese documental Zilberman reúne a algunas de esas nadadoras en la antigua piscina de Viena donde entrenaban y, Según Filmaffinity, "A través del testimonio de estas campeonas del agua, el espectador es transportado a una historia de memorias de juventud, fuerza y valentía." No he visto el documental en cuestión así que no opino. Este El último concierto es, por tanto, su segundo trabajo y el primero de ficción, y como el anterior está también coescrito por el propio Zilberman. Tomando como punto de partida el problema que la situación personal de uno de los miembros de un cuarteto de cuerda crea en el grupo, el director se zambulle en un más que previsible conflicto, tanto en el planteamiento de la anécdota  como en su tratamiento cinematográfico. Y no es que sea una mala película, El último concierto, aunque algo en ella resulta frustrante: promete más de lo que ofrece, adolece de falta de concreción, sus personajes resultan más banales que complejos, y es ahí, en el dibujo de los personajes donde quizá esté lo más flojo de esta, por lo demás, a ratos interesante historia. Lo que pasa es que ese defecto es mortal en un relato que se quiere precisamente de personajes. Esa indefinición hace que en algunos momentos sus reacciones no queden debidamente explicadas y resulten aparentemente caprichosas y arbitrarias. Toda la historia se asienta, se supone, sobre la relación de estos personajes con la música y los escondidos conflictos personales que una situación anómala destapa. Pero, dejando aparte la circunstancia personal del chelista, todo se reduce a una mal explicada frustración personal, a una  excesivamente subrayada obsesión por la perfección técnica... y poco más. En lo formal, las transiciones entre las diferentes subtramas argumentales son en exceso bruscas casi siempre, lo que da lugar a una cierta arritmia en el conjunto de la narración que perjudica a la coherencia interna de todo el relato, confiado en demasía al buen hacer de los intérpretes que se desenvuelven lo mejor que pueden con unas historias tan anodinas como estereotipadas. Véase: el adulterio o la seducción del viejo por la jovencita.


Por otro lado, Zilberman abusa un tanto de los primeros planos, de una duración extrema en ocasiones, lo que da un aire demasiado discursivo y moroso a situaciones que hubieran necesitado algo más de dinamismo, o por lo banal de la escena o por la lógica del propio relato. Ocurre también el caso contrario, como si el director no acabara de tener claro qué quiere contar ni cómo quiere contarlo. Por ejemplo: uno de los momentos de mayor intensidad emotiva de toda la película es un (otra vez) primer plano de Christopher Walken sobre el fondo sonoro de La canción de Marietta de Die tote Stadt, de Erich Korngold, en la voz maravillosa de Anne Sofie von Otter. Walken da una lección magistral a cara descubierta, una lección estremecedora, de dolor, de soledad extrema, de aceptación también. Y Zilberman corta ese momento de cine purísimo para insertar una banal escena con la visón de la esposa del personaje, muerta tiempo atrás. Y si en lo personal nada hace que el espectador se sienta realmente concernido con lo que le están contando, en lo musical ocurre otro tanto, con lo que utilizar una obra del calado ético y la densidad expresiva del cuarteto Op. 131 de Beethoven se antoja un tanto excesivo como subrayado musical de ese cúmulo de pequeñas mezquindades: le van mejor ese puñado de tópicas frases que salpican la película. El propio final de la película se antoja un tanto forzado y poco creíble a pesar de su previsibilidad, con una brusca caída en la sensiblería más facilona. Se salva, claro, la actuación de los intérpretes, aunque tampoco tengan mucho de donde sacar en unos personajes más que tópicos.  Y no es que El último concierto sea una mala película, ya queda dicho, es sólo una película que cuenta de forma anodina historias anodinas disfrazadas de grandeza. Lo malo es que esa grandeza está sólo en la imaginación del director-guionista y sólo en una ocasión, el ya mencionado plano de Christopher Walken, apunta lo que hubiera podido ser pero, definitivamente, no es este frustrante concierto.




Ficha:
Título original: A late Quartet
Año de producción: 2012
Duración: 105 min.
País: USA
Dirección: Yaron Zilberman
Guión: Seth Grossman, Yaron Zilberman
Música: Angelo Badalamenti
Fotografía: Frederick Elmes
Reparto: Philip Seymour Hoffman,
               Catherine Keener,
               Christopher Walken, Mark Ivanir,
               Imogen Poots, Wallace Shawn,
               Madhur Jaffrey, Liraz Charhi,
               Megan McQuillan, Marty Krzywonos
Género: Drama