28 de noviembre de 2012

César debe morir


Vittorio y Paolo Taviani
Después del relativo fracaso que supuso su último trabajo, esa El destino de Nunik (La masseria delle allodole – 2007) que no gustó demasiado a la crítica, se estrena ahora César debe morir en la que los hermanos Taviani dan no sólo una lección magistral de cine, sino una guía de cómo se debe hacer teatro filmado. Rodada en la cárcel romana de Rebibbia, (una prisión de alta seguridad donde cumplen condena delincuentes de toda laya) el filme describe el proceso del montaje del Julio César de Shakespeare a cargo de un grupo de reclusos  dirigidos por Fabio Cavalli. La propuesta es, además, de una hondura ética admirable frente a tanta comercialización edulcorada y banal de los problemas sociales: los Taviani no juzgan, sus actores-delincuentes son antes que nada y sobre todo personas: hombres que como los personajes shakespearianos se han enfrentado ya a su particular lucha contra el poder; (porque Casio y Bruto y Antonio aunque magnificados por la Historia y la Leyenda y, sobre todo aquí,  por la belleza de las palabras de Shakespeare, no son más que asesinos y seguramente hoy estarían acompañando a estos hombres que los representan.) Formalmente, toda la película gira en torno a una férrea estructura  en forma de un gigantesco flashback inserto entre dos breves secuencias que describen ya el final de la representación (y que es un verdadero ejemplo de cómo usar este recurso del que tanto y tan gratuitamente se abusa) y en el que se narran los ensayos de la obra tomando como escenario diversos espacios de la cárcel, excelente recurso que agiliza la acción sacándola de esa otra prisión que es el escenario y lo convierte en espléndida metáfora de la libertad en un fascinante juego de espejos…   
Ya desde la selección de los actores que intervendrán en la obra los Taviani deslumbran con su sabiduría en el uso de esa cámara estática, de una objetividad implacable, con una mirada que desnuda a los personajes, y que es uno de los grandes aciertos de esta película que clava al espectador en la butaca, hipnotizado por el poder de seducción de unas imágenes que trascienden la mera anécdota; película que no elude los dilemas morales, que plantea la propia licitud de la lucha contra el poder, (…porque el poder es intrínsecamente perverso, ya que su existencia crea a los oprimidos…) dilemas que por lo demás subyacen en la obra de Shakespeare. Los recursos narrativos de los Taviani consiguen una obra de una frescura descriptiva admirable haciendo gala de una perfecta sobriedad. Sus primeros planos contrapicados, por poner un ejemplo, son puramente funcionales, nunc a  gratuitos, y están al servicio de la enfatización del carácter de un personaje, usados justo cuando son necesarios y no por puro capricho estilístico. Las leves flaquezas y vacilaciones de alguno de los actores, aficionados, no lo olvidemos, nunca subrayadas pero nunca eludidas, contribuyen a crear la atmósfera de realismo y honestidad que respira toda la película. Si hubiera que poner alguna pega yo diría que la banda sonora peca de poco imaginativa; por lo demás apenas es necesaria,  ya que las imágenes componen con su extraordinaria belleza (ese fascinante blanco y negro) su propio ritmo musical. Una película hermosísima, en suma, un placer altamente recomendable.


 Ficha:
Título original: Cesare deve morire
Año de producción: 2012
Duración: 76 min.
País: Italia
Dirección:
Paolo Taviani y Vittorio Taviani
Guión: Paolo Taviani y Vittorio Taviani
Música: Giuliano Taviani y Carmelo Travia 
Fotografía: Simone Zampagni 
Reparto:Fabio Cavalli, Salvatore Striano, 
                 Giovanni Arcuri, Antonio Frasca, 
                 Juan Dario Bonetti, Vincenzo Gallo,
                 Rosario Majorana, Francesco De Masi, 
                 Gennaro Solito, Vittorio Parrella, 
                 Pasquale Crapetti, Francesco Carusone, 
                 Fabio Rizzuto, Maurilio Giaffreda
Género: Drama