12 de enero de 2012

El Havre

Aki Kaurismäki
Kaurismäki siempre consigue desconcertar a esa parte de la crítica que necesita tener bien etiquetados, y ordenados por épocas, tendencias  y sobre todo influencias, a los directores y a sus obras. Su peculiar y personalísimo  estilo, en el que un humor no demasiado ajeno a los clásicos mudos enmascara el profundo dolor de unos personajes situados siempre en los márgenes de la sociedad, convierte sus películas en un producto  de difícil asimilación en una época en la que las sutilezas estilísticas y narrativas no pasan del nivel de las explosiones que inundan los filmes made in Hollywwod. A Kaurismäki se le han adjudicado ascendientes que van desde Bresson a Jarmusch pasando por el inevitable Buñuel tratando de explicar una producción que no se ajusta a lo que se entiende por cine actual. Y sin embargo, Kaurismäki trata en todas sus películas de asuntos tan actuales como la injusticia social en esta El Havre, la solidaridad en Nubes pasajeras ( Kauas pilvet karkaavat, 1996), la tristeza  en La chica de la fábrica de cerillas (Tulitikkutehtaan tyttö, 1990) o la soledad en Un hombre sin pasado, ( Mies vailla menneisyyttä, 2002). Quizá el hecho de recurrir a ese especial sentido del humor o el huir de los excesos formales tan frecuentes hoy,  quizá el hecho de que su cámara no parezca sufrir de reiterados ataques epilépticos y se acerque a los personajes sin agredirlos, despiste, claro, habituados como estamos a la narración vociferante o la simpleza narrativa de las series de televisión.  Se ha definido a Kaurismäki  como un pesimista alegre porque todas sus películas parecen rezuman optimismo a pesar, paradójicamente, de la vena de profunda tristeza que recorre sus historias (pero ¿acaso un pesimista no es sino un optimista bien informado?), y  El Havre  no es una excepción, a pesar de su apariencia de cuento de hadas donde sí ocurren los milagros (contrariamente a lo  que dice el personaje de Kati Outinen).  
Pero es un  cuento de hadas sin hadas, donde los milagros deben producirlos esos pobres mortales que luchan a diario quizá consigo mismos en primer lugar. En El Havre está el Kaurismäki más puro, el que hace cine social sin maniqueísmos, el que observa con profundo respeto y compasión a sus personajes, el que utiliza la ironía con una sutileza deslumbrante como en ese fascinante concierto de rock de Little Bob que le hiela a uno la sangre de pura tristeza… después de haber reído, y donde ciertamente es posible encontrar ecos de Buñuel .  Está el estilo narrativo claro y transparente sin rebuscamientos innecesarios que caracteriza al finlandés, directo como un puñetazo en pleno rostro; y está su triste, comprensiva mirada sobre un mundo poblado por marginados y fracasados de toda condición, la humana ante todo. Y está su permanente lección en la dirección de actores, (espléndidos André Wilms  y Kati Outinen).  No es un film para reír, El Havre, como han dicho casi todos los que han escrito sobre él, porque el humor de que hace gala André Wilms/Marcel Marx, por poner un ejemplo, es el humor-arma de quien sabe que sólo puede contar consigo mismo, de quien sabe que  hoy la forma más subversiva de comportarse es, qué tristeza, qué razón tiene Kauirismäki, ser solidario. Lo que sí es El Havre es una película, en fin, absolutamente recomendable.
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Ficha:
Título original: Le Havre
Año de producción: 2011
Duración: 93 min.            
País:  Finlandia-Francia-Noruega
Director: Aki Kaurismäki
Guión: Aki Kaurismäki
Música:  (Varios autores)
Fotografía: Timo Salminen
Reparto: André Wilms, Kati Outinen, 
                 Jean-Pierre Darroussin, 
                 Blondin Miguel, Elina Salo, 
                 Jean-Pierre Léaud, Evelyne Didil
Género: 
Comedia dramática

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