Me encanta
la definición de
mantequilla que hacen en Nuestra Santa Madre Wikipedia, así que no resisto
la tentación de copiarla in extenso:
"la emulsión de grasa, agua y sólidos lácteos, obtenida como resultado del
batido, amasado y lavado de los conglomerados de glóbulos grasos, que se forman
por el batido de la crema de leche o nata y es apta para el consumo humano, con
o sin maduración biológica producida por bacterias lácticas específicas". En
fin, ¿no es una hermosura? Es, en todo caso, (la mantequilla) uno de los
alimentos elaborados más antiguos que
se conocen pues hay datos sobre su empleo en la alimentación humana ya entre el
9000 y el 8000 a. C. Su uso en la cocina
comenzó a estar mal visto cuando en
la segunda mitad del siglo XX se desarrolló la preocupación por el colesterol,
aduciendo que su consumo podía aumentar los niveles de este coco moderno. Actualmente las cosas
parecen estar cambiando y ya pueden encontrase estudios que afirman que las "(...) recomendaciones nutricionales que se endurecieron especialmente en
relación a la grasa en los 70 y 80 en EEUU y Reino Unido no estaban
fundamentadas en estudios clínicos", como se dice en este
artículo del diario Libertad Digital que cita este otro aparecido
recientemente en el British Medical
Journal. Viene todo esto a cuento del truco que hoy les ofrezco para
aromatizar y dar sabor a la mantequilla, un truco muy sencillo y de resultados espectaculares.
Eso sí, para nada intento convencer a nadie de que comience a consumir mantequilla a
calca porra: sólo recordar que la mejor dieta es aquella que anima a comer
de todo sin abusar de nada. Y vamos a ello. (Ya sé que la
especificación de los ingredientes pondría de los nervios a aquel personaje de La mesa limón de Julian Barnes al que le
gustaba que los ingredientes se
especificaran con precisión de laboratorio, pero como esto no es una
fórmula química, sino un truco para enriquecer la mantequilla, decida usted
mismo cómo le gusta más...)
Ingredientes
250 gr de
mantequilla
3 - 4
dientes de ajo según gustos
Un ramillete
de perejil, tamaño según gustos
- Dejamos que la mantequilla alcance el llamado punto pomada, ese estado cremoso en que resulta fácil batirla. Para ello sólo es necesario dejarla fuera del frigorífico el tiempo necesario, que naturalmente dependerá de la temperatura ambiente. En algún blog he visto que recomiendan meterla en el microondas para conseguirlo (¡por Dios, bendito, qué barbaridad!) Francamente, hágame caso y deje que ella sola se ablande.
- Pelamos y trituramos muy bien los ajos quitando el germen.
- Picamos muy finamente el perejil.
- Mezclamos ajos, perejil y mantequilla removiendo bien para conseguir una mezcla uniforme y guardamos en un recipiente que pueda taparse herméticamente, como una de esas fiambreritas que ahora que somos tan modernos y dominamos el espanglis llamamos tuper, o tupper, o táper...
- Guardamos en el frigo y usamos cuando queramos disfrutar de ella.
Hola Salvador, ya veo que no has perdido tu peculiar sentido del humor... Me encanta este truco para enriquecer la mantequilla, quedará muy rica puesta sobre unas buenas tostadas para alegrar el desayuno. Un abrazo.
ResponderEliminarLa mantequilla me encanta, el ajo igualmente, y ésta mezcla es lo mejor. Me ha encantado la idea.
ResponderEliminarUn saludo :)