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Pablo Berger |
M
e parece
que otra vez voy a quedarme solo frente al unánime clamor laudatorio con que
público y crítica han acogido este engendro mal llamado cine. No sé qué razón
puede haber para hacer en este momento películas mudas, aparte del exceso de afán
por ser original… lo que seguramente significa, en el fondo, que se tiene poco
que decir y además no se sabe cómo decirlo. Pablo Berger se ha apuntado al
carro de esta excéntrica moda y ha montado en esta Blancanieves un tinglado tan aparatoso, visualmente, como vacío de
contenido. Cierto que Kiko de la Rica consigue a veces imágenes de enorme
fuerza plástica que evocan al mejor cine antiguo, (y alguno moderno: las
referencias conscientes o no a Tim Burton, por ejemplo, son claramente
perceptibles en más de una ocasión) pero el uso de una fotografía muy
contrastada y cuasi desenfocada, o el
empleo de carteles con los diálogos, aunque remite a los viejos tiempos, no son
sino trucos marrulleros y fáciles imitaciones de las carencias técnicas de otras épocas, no aportaciones
originales al lenguaje cinematográfico. Todo ello hace que haya algo
profundamente falso y, claro, artificioso en esta moda, o lo que sea, porque,
naturalmente, los directores de hoy no
tienen ya el desconocimiento de los
recursos expresivos del sonido, no son inocentes.
A ver si me explico: estos directores que hoy juegan a hacer cine mudo están
fingiendo que no conocen las reglas sintácticas de la narración con imágenes
mezcladas con sonido, pero están, sin embargo aplicándolas. Y lo hacen, por lo
general, de una forma tan retorcida como ingenua, echando mano de una banda
sonora en la que la música ocupa y usurpa el lugar de la palabra, (y en el caso
que nos ocupa, con excesiva agresividad; ) el resultado es un producto que no
es lo que dice ser, que en realidad es un híbrido que no acaba por ser ni cine
mudo ni cine sonoro: una estafa en la que un equivocado estilo narrativo,
demasiado moderno entra en clara
contradicción con la forma, es decir,
la manera, en que se relata, como no podía ser de otro modo.

En cuanto al guión
sobre el que se asienta todo este invento, Berger ha amontonado tal cantidad de
tópicos y folclóricos lugares comunes queriendo hacer una parodia, supongo, de
cierto cine español, que casi consigue hacer una caricatura de una parodia, lo
que hubiera estado muy bien… de haberlo conseguido. (Que los momentos de humor,
en la peor tradición del cine ñoño, estén a cargo de un pollo de nombre Pepe es
no sólo sonrojante sino indignante…) La
narración avanza con buen ritmo, es
cierto, (y hay que felicitar por ello al
equipo de montaje) aunque hay poco que contar y lo que se cuenta carece del menor
interés y se hace de forma tan plana como previsible, (…el uso abusivo del gran
angular es un buen ejemplo de la pereza mental que impregna toda la película…) y
cuando no es así se pasa al extremo contrario, con momentos especialmente
desafortunados gracias al afán desmedido del director por lo granguiñolesco,
como ocurre en las secuencias de la sesión de fotos con el cadáver… En
cuanto a los actores, todos sin excepción sobreactúan exageradamente incluso
para una película muda, con lo que sólo consiguen convertir a sus personajes en
caricaturas de caricaturas, privándoles así de la poca credibilidad que,
incluso como caricaturas, pudieran tener. Una idea malograda, en suma. Y una
película perfectamente prescindible.
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Ficha:
Título original: Blancanieves
Año de producción: 2012
Duración: 104 min.
País: España
Dirección: Pablo Berger
Guión: Pablo Berger
Música:
Alfonso de Vilallonga
Fotografía:Kiko de la Rica
Reparto:
Macarena García, Maribel Verdú,
Sofía Oria, Daniel Giménez Cacho,
Angela Molina, Pere Ponce,
Josep María Pou, Inma Cuesta,
Ramón Barea, Emilio Gavira,
Sergio Donado, Oriol Vila
Género: Drama